El Google Pixel 10 Pro llegó con la promesa de un salto de rendimiento gracias al nuevo chip Tensor G5, el primero de la serie fabricado por TSMC. El cambio desde Samsung Foundry fue presentado como un gran avance: más potencia, mejor eficiencia y nuevas capacidades de inteligencia artificial. En teoría, el procesador ofrece un CPU 34% más rápido, un TPU un 60% más potente y una arquitectura renovada.
Además, incorpora un nuevo ISP para mejorar las cámaras.
Sin embargo, los resultados en gráficos cuentan otra historia
. En pruebas de GPU, el Pixel 10 Pro no solo quedó por detrás de rivales como el Samsung Galaxy S25+ y el iPhone 16 Pro, sino que incluso fue superado por el Pixel 9 Pro del año anterior.
En el benchmark Vulkan, el Pixel 10 Pro alcanzó apenas 3.707 puntos, frente a los 9.023 del Pixel 9 Pro. El Galaxy S25+, en cambio, logró impresionantes 26.333 puntos – casi siete veces más. Ahora se entiende por qué Google casi no habló de la GPU en la presentación. Según filtraciones, la compañía dejó atrás la GPU Mali de ARM para usar la Imagination DXT-48-1536, pero sin soporte de ray tracing por hardware, una tecnología que Apple y Qualcomm ya aprovechan.
Expertos sugieren que el bajo rendimiento se debe a una frecuencia reducida y drivers desactualizados. Si las actualizaciones solucionan esto, podría mejorar, pero por ahora es un golpe duro para un modelo que se vendió como un paso adelante. En el terreno gráfico, parece más bien un retroceso.
Google intenta compensar ofreciendo una tarjeta de regalo de 200 dólares con la preventa del Pixel 10 Pro. Pero para jugadores y usuarios exigentes, el obsequio difícilmente compense el déficit de potencia. Si no llegan mejoras rápidas vía software, el Pixel 10 Pro corre el riesgo de ser recordado como el teléfono que prometió velocidad y falló en el apartado clave.