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La fiebre robótica en China: de las fábricas a los humanoides

por ytools
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China acaba de lograr un hito que parecía impensable hace apenas una década: ya superó a Alemania en densidad de robots por trabajador y se acerca rápidamente a Corea del Sur, que hasta ahora lideraba el ranking mundial.
La fiebre robótica en China: de las fábricas a los humanoides
Este fenómeno es descrito por muchos como una auténtica “fiebre de los robots”, impulsada por subsidios estatales, créditos fiscales y una estrategia industrial enfocada en blindar la competitividad del país a largo plazo.

Durante años, el gran atractivo de China para las multinacionales fue su mano de obra barata, perfecta para trabajos repetitivos y de ensamblaje. Sin embargo, con el aumento de los salarios y los cambios demográficos, Pekín ha decidido apostar por la automatización masiva como nuevo motor económico. Según los últimos informes, las fábricas chinas instalan alrededor de 280.000 robots industriales cada año, y más de la mitad provienen de empresas locales. Esto refuerza la producción nacional, abarata los costos frente a competidores extranjeros y encaja de lleno en la estrategia “Made in China”.

Lo sorprendente es cómo este proceso desafía la lógica económica clásica: en teoría, a medida que un país se desarrolla, los costos laborales deberían crecer. En el caso chino, la robotización está reduciendo gastos y elevando la productividad al mismo tiempo. Industrias como la automotriz y la electrónica avanzan a toda velocidad en la automatización. Y no se trata solo de brazos mecánicos: compañías como Unitree están presentando robots humanoides de bajo costo, que parecen sacados de la ciencia ficción pero ya empiezan a pisar el suelo de las fábricas.

No obstante, esta revolución tiene consecuencias sociales serias. En la última década, el empleo en sectores industriales cayó más de un 26%, y aunque no todo se explica por la automatización, su impacto es evidente. Miles de trabajadores han sido reemplazados por máquinas, y las dudas sobre su futuro crecen. Críticos advierten que esta carrera por la eficiencia podría profundizar desigualdades y borrar oficios tradicionales. Incluso voces de la propia industria, como Jensen Huang, CEO de NVIDIA, que define a los robots como parte de la era de la “IA física”, reconocen lo obvio: cada salto en productividad significa también menos empleos humanos.

La apuesta china por los robots refleja las contradicciones de la economía moderna. Por un lado, demuestra una enorme capacidad tecnológica y organizativa. Por el otro, abre debates sobre justicia social y sobre el lugar del trabajo humano en el futuro. Lo que nadie discute es que China ya tomó una decisión: invertir todo en robótica, mientras el mundo observa con atención.

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