Quien arranca su aventura en Hollow Knight: Silksong pensando que las primeras horas serán un paseo tranquilo se lleva una sorpresa amarga. Muy pronto, los jugadores se topan con un mini-jefe que parece un bicho cualquiera, pero que termina siendo una auténtica muralla. Su nombre es Skarrgard, y se encuentra en las cuevas del este de The Marrow, justo encima de la prisión.
No hay presentación épica ni cartel de jefe en pantalla, y aun así se ha ganado fama de verdugo prematuro.
A primera vista, Skarrgard no impresiona: un insecto rojo y robusto que blande un hueso gigante como garrote. Pero en cuanto comienza el combate, queda claro que no es un enemigo común. Tiene tres movimientos clave: se entierra y aparece de golpe bajo tus pies, ejecuta un salto con golpe demoledor y barre con su hueso en un arco amplio. Cada golpe quita dos máscaras de vida, el doble de lo habitual en esta etapa. Sumado al espacio reducido de la cueva, esquivar se convierte en un lujo casi imposible.
Para muchos, Skarrgard es más duro que varios de los jefes oficiales del inicio. El diseño del escenario lo favorece: el túnel estrecho limita las opciones de movimiento y amplifica la presión. La pelea no es solo habilidad, es también paciencia: aprender a reconocer patrones, controlar la ansiedad y aprovechar cada mínima ventana de ataque.
Existen dos enfoques claros. El camino difícil consiste en enfrentarlo una y otra vez, hasta dominar su ritmo. Algunos jugadores aconsejan atraerlo hacia el centro del pasillo, donde su salto es menos frecuente, y correr a través de él cuando se entierra para reposicionar el combate. El camino fácil es posponer la pelea y regresar más adelante, una vez que se obtiene la habilidad de dash. Con ella, todo cambia: esquivar sus golpes se vuelve mucho más manejable y la lucha deja de ser un suplicio. ¿El premio por vencerlo? Abrir el acceso a una nueva zona. Pero si no quieres frustrarte, hay más que suficiente contenido para explorar antes de volver con mejor preparación.
La comunidad está dividida. Para algunos, Skarrgard es un rito de iniciación que refleja la filosofía de Silksong: nada se regala y cualquier enemigo puede derribarte. Para otros, es un muro innecesario que puede espantar a los recién llegados. Lo cierto es que Team Cherry deja claro que en Pharloom no existen los combates “de relleno”. Hasta el bicho más discreto puede convertirse en una leyenda.
La clave es no desanimarse. Skarrgard está diseñado para intimidar, para enseñar que en Silksong siempre hay que estar alerta. Representa lo impredecible, lo implacable y la satisfacción de superar un obstáculo aparentemente imposible. Morir decenas de veces contra él no significa que seas malo: significa que estás viviendo la esencia del juego.
En foros y redes abundan historias y memes sobre esta pelea. Algunos presumen de haberlo derrotado al primer intento, otros confiesan que huyeron hasta tener el dash. Sea cual sea la experiencia, Skarrgard ya se consolidó como uno de los encuentros más recordados del inicio. No por espectacularidad, sino porque demuestra que incluso los enemigos sin nombre pueden convertirse en parte de la leyenda de Silksong.