Nothing, la compañía tecnológica con sede en Londres fundada por Carl Pei en 2020 tras dejar OnePlus, acaba de asegurar una ronda de financiación Serie C de 200 millones de dólares, alcanzando una valoración de 1,3 mil millones. La operación fue liderada por Tiger Global y contó con la participación de inversionistas recurrentes como GV, Highland Europe, EQT, Latitude, I2BF y Tapestry.
También se sumaron nuevos actores de peso, entre ellos Qualcomm Ventures y Nikhil Kamath, cofundador de la firma india Zerodha.
Pei subrayó que en apenas cuatro años Nothing ha enviado millones de dispositivos, superó la marca de 1.000 millones de dólares en ventas acumuladas al inicio de 2025 y registró un crecimiento del 150 % solo en 2024. Estas cifras confirman que la empresa no es una simple marca de nicho, sino un jugador que está empezando a competir de frente en el mercado global de hardware.
El siguiente capítulo de la compañía gira en torno a la inteligencia artificial. Pei anunció que en 2025 Nothing presentará sus primeros dispositivos “AI-native”, es decir, creados desde cero para aprovechar la IA. Para él, el hardware de consumo debe reinventarse: pasar de ser herramientas pasivas a convertirse en asistentes proactivos, capaces de anticipar intenciones, sugerir acciones y ejecutarlas de manera automática. Según su visión, en el futuro habrá “mil millones de sistemas operativos para mil millones de personas”, cada uno adaptado de forma hiperpersonalizada.
La implementación comenzará en categorías ya familiares como smartphones, productos de audio y relojes inteligentes. Sin embargo, la meta es expandir el sistema hacia nuevos formatos: gafas inteligentes, robots humanoides, vehículos eléctricos y más. La idea es un ecosistema transversal, donde la experiencia de usuario no dependa del tipo de dispositivo, sino de la IA que lo conecta todo.
Por ahora, Pei no ha revelado cuáles serán los primeros modelos que verán la luz en 2025. Lo que sí está claro es que Nothing quiere posicionarse en la intersección entre diseño, hardware e inteligencia artificial. Para los entusiastas, es el paso lógico hacia el futuro; para los escépticos, un riesgo en términos de privacidad y control de datos.
La ambición es enorme: liberar al usuario de tareas rutinarias y permitir que la tecnología se convierta en un aliado verdaderamente personal. El año 2025 será la prueba de fuego para saber si el público está listo para abrazar este nivel de personalización.