Meta Connect 2025 se perfila como uno de los eventos tecnológicos más comentados del año. Mark Zuckerberg quiere demostrar que su compañía ya no es solo Facebook, Instagram o WhatsApp, sino también un actor clave en la próxima generación de dispositivos inteligentes.
Y el producto estrella en esta apuesta son las gafas inteligentes, que según él podrían marcar la diferencia entre tener o no tener ventaja cognitiva en el futuro.
El pasado verano, Zuckerberg afirmó que quienes no usen gafas inteligentes podrían acabar en desventaja frente a quienes sí las lleven. La frase sonó exagerada, pero refleja hasta qué punto Meta está convencida de que esta tecnología será decisiva. En Connect 2025 se espera la presentación de unas nuevas Ray-Ban potenciadas con inteligencia artificial, capaces de analizar lo que mira el usuario y ofrecer información al instante. ¿Ejemplo? Apuntar la vista a un restaurante y recibir automáticamente reseñas, platos recomendados o disponibilidad de mesas en segundos.
Las Ray-Ban de Meta han sido, hasta ahora, el único experimento de hardware que realmente ha generado tracción. Mientras la apuesta por el metaverso se diluyó y la realidad virtual sigue sin despegar del todo, la alianza con Ray-Ban entregó un producto atractivo, funcional y con un diseño que la gente reconoce. Además, el contexto juega a favor: los analistas prevén que el mercado global de gafas inteligentes crecerá de 1,9 mil millones de dólares en 2024 a más de 8 mil millones en 2030.
Los rumores apuntan a que las nuevas versiones incluirán pantalla integrada para notificaciones y aplicaciones, además de una pulsera que permitirá control por gestos. Ese detalle podría transformar las gafas de un simple accesorio geek en una herramienta práctica del día a día
. Con esa fórmula, Meta podría adelantarse a Google y otros rivales que trabajan en modelos con experiencias visuales más inmersivas. Si logran mantener el estilo clásico de Ray-Ban, sumar un precio competitivo y añadir funciones de IA útiles, podrían quedarse con buena parte del mercado.
La apuesta no está exenta de riesgos. Meta perdió el tren de los smartphones en su día y gastó miles de millones en un metaverso que nunca prendió. Ahora busca en estas gafas su oportunidad de redención. Y no es poca cosa: si el producto cuaja, Meta no solo se recuperaría, sino que podría marcar cómo las personas interactuarán con el mundo físico y digital en paralelo.
Las dudas, sin embargo, siguen ahí. ¿Aceptará la gente llevar siempre encima un dispositivo con cámaras? ¿Qué pasa con la privacidad y la recopilación de datos? Pese a las incógnitas, si Zuckerberg consigue que las gafas se sientan como una extensión natural de nuestras capacidades, el Connect 2025 podría recordarse como el momento en que ver y saber se volvieron casi sinónimos.