¿Pueden las tablets o los e-readers reemplazar a los libros de texto?
La mochila escolar cargada hasta el tope sigue siendo un problema de salud y comodidad para millones de estudiantes. No es raro que un alumno de secundaria lleve entre 4 y 5 kilos de peso cada día, con el consiguiente riesgo para la espalda y la postura. En un mundo en el que la lectura digital ya es cotidiana, surge la gran pregunta: ¿ha llegado el momento de dejar atrás los libros de papel y pasar a versiones electrónicas en tablets o e-readers?
Esta duda se volvió real cuando mi hija cambió de colegio. El trayecto, que antes era un paseo de cinco minutos, se convirtió en una media hora combinando caminata y metro. Y la mochila, como era de esperar, se volvió más pesada: más materias, más cuadernos, más libros. Fue entonces cuando decidimos probar una alternativa: cambiar todos los manuales impresos por copias digitales, utilizando los dos dispositivos que teníamos en casa.
El peso permitido
En 2020, las autoridades sanitarias rusas (Rospotrebnadzor) recomendaron que la mochila de un alumno de 1º o 2º de secundaria no superara los 3,5 kilos. Sin embargo, al pesar la de mi hija nos dio 4,2 kilos, ¡y eso sin contar la botella de agua ni el almuerzo! Es decir, estaba muy por encima del límite sugerido. Intentamos soluciones simples como usar un morral más liviano o cuadernos más delgados, pero el verdadero problema eran los libros. Ahí había que buscar la solución.
Los dispositivos que probamos
Tenía a mano dos opciones: un e-reader Digma A8 y una tablet iPad 2025. Sus características resultaron decisivas.
Digma A8:
• Pantalla: 7,8 pulgadas.
• RAM: 3 GB.
• Almacenamiento: 32 GB (ampliable).
• Batería: 3200 mAh (dura semanas).
• Peso: 275 g.
iPad 2025:
• Pantalla: 11 pulgadas.
• RAM: 6 GB.
• Almacenamiento: 128 GB.
• Batería: 8500 mAh (unas 10 horas).
• Peso: 481 g.
El simple cambio de los libros por cualquiera de estos dispositivos redujo el peso de la mochila a 1,2–1,5 kilos, muy por debajo de lo recomendado. Pero la cuestión no era solo bajar kilos, sino comprobar si en el día a día realmente servían para estudiar.
Dónde conseguir los libros digitales
Con el e-reader enseguida surgieron problemas. Las tiendas oficiales de e-books ofrecen novelas y ensayos, pero casi ningún libro de texto escolar en formatos compatibles como epub o fb2. La única opción eran PDFs escaneados de internet, casi siempre piratas. Eso trajo complicaciones: ediciones diferentes a las del colegio, páginas borrosas y ejercicios que no coincidían. En clase, mi hija perdía tiempo buscando el párrafo correcto o se encontraba con que la actividad directamente no estaba.
La tablet, en cambio, sí tenía alternativas oficiales. Descubrimos dos portales confiables: la web de la editorial Prosveshchenie y la plataforma “Libro de Texto Ruso”. Ambos venden manuales digitales para usarlos con la app Lekta, disponible en iOS y Android. El proceso fue muy simple: seleccionar el libro, pagar en línea, recibir un código por correo y activarlo en la aplicación. En minutos, el libro ya estaba disponible en la biblioteca virtual. Además, se podían descargar para usarlos sin conexión, una gran ventaja frente a fallos de internet en la escuela.
La prueba en el día a día
Mi hija usó el e-reader durante una semana y la tablet durante otra. Los resultados fueron bastante claros.
Con el e-reader
La batería fue su mayor virtud: después de 20 horas de uso apenas había gastado un tercio de la carga. Pero a la hora de estudiar resultó incómodo. Los PDFs eran pesados de manejar, el zoom torpe y las imágenes en blanco y negro dificultaban mapas y gráficos. Para leer novelas, perfecto. Para materias como geografía, química o historia, bastante frustrante.
Con la tablet
El iPad destacó por su fluidez. Los archivos se abrían al instante, la navegación era rápida y la pantalla grande y a color hacía innecesario ampliar. Además, los libros digitales oficiales traían elementos interactivos que hacían las clases más dinámicas. El problema fue la batería: después de seis clases, quedaba apenas un 20% de carga. Olvidarse de recargar en casa equivalía a quedarse sin libros al día siguiente. Aun así, la mochila era mucho más ligera que con los libros de papel.
Ventajas y desventajas
E-reader:
+ Muy ligero.
+ Batería de larga duración.
+ Pantalla cómoda para textos largos.
− PDFs mal adaptados.
− Falta de color para gráficos.
− Navegación lenta.
− Incompatible con versiones oficiales.
Tablet:
+ Pantalla grande y a color.
+ Archivos se abren al instante.
+ Acceso a manuales oficiales.
+ Sirve para otras tareas escolares.
− Hay que cargarla a diario.
− Más pesada que un e-reader.
− Riesgo de distracción.
El panorama más amplio
Este experimento refleja un debate que se repite en todo el mundo. Cada vez más colegios incorporan recursos digitales, pero no todos. El precio es un factor: no todas las familias pueden pagar tablets ni licencias de libros. Y en lo pedagógico, muchos docentes defienden que el papel ayuda más a concentrarse y memorizar. Subrayar, hacer anotaciones y hojear físicamente son experiencias difíciles de replicar en una pantalla. Por otro lado, los libros digitales permiten buscar al instante, incluyen multimedia y ofrecen ejercicios interactivos.
Conclusión
Para nosotros, la conclusión fue clara: el e-reader sirve para lectura recreativa, pero no para estudiar. La tablet, con sus limitaciones, fue mucho más práctica. Al combinarla con algunos pocos libros impresos (sobre todo en idiomas, donde se hacen anotaciones rápidas), logramos que la mochila pasara de casi 5 kilos a unos 2,5. Una diferencia enorme en comodidad y salud.
Para las familias que piensen en este cambio, lo ideal es una tablet de gama media: pantalla de 10–11 pulgadas, mínimo 4 GB de RAM y 128 GB de memoria. No hace falta el modelo más caro, pero sí uno fiable. Y lo más importante: probar si el estudiante se siente cómodo estudiando en digital. Los libros oficiales de pago son seguros, los piratas son gratis pero poco confiables.
El futuro de la educación será, sin duda, más digital. Pero por ahora, la mejor fórmula es híbrida: un poco de papel, bastante pantalla y mochilas mucho más livianas.