En pleno arranque de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el Servicio Secreto de Estados Unidos y el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) desarticularon un plan que buscaba paralizar las telecomunicaciones de la ciudad.
Lo que comenzó como una investigación sobre amenazas dirigidas a tres personas – entre ellas alguien con acceso directo al entonces presidente Donald Trump – terminó revelando un entramado mucho más complejo y peligroso.
Durante los operativos, las autoridades incautaron más de 100.000 tarjetas SIM y cientos de servidores instalados a menos de 60 kilómetros de la sede de Naciones Unidas. Según los informes preliminares, ese equipamiento podría haber enviado hasta 30 millones de mensajes de texto anónimos por minuto, una avalancha suficiente para saturar las redes móviles y dejar incomunicada a gran parte de la población neoyorquina.
Los investigadores sospechan que los servidores también funcionaban como canales de comunicación cifrada para actores extranjeros en contacto con carteles, organizaciones criminales y hasta posibles grupos terroristas. La cercanía de la infraestructura a la ONU encendió las alarmas sobre una posible intención de golpear la ciudad justo cuando líderes mundiales se encontraban reunidos para debates de alto nivel. Aunque no hay pruebas concluyentes de un vínculo directo con las reuniones, las autoridades insistieron en que el riesgo era demasiado grande como para pasarlo por alto.
Matt McCool, jefe de la oficina del Servicio Secreto en Nueva York, advirtió: “No se puede subestimar la capacidad de este sistema. Podría tumbar antenas de telefonía móvil e impedir que la gente hiciera llamadas o enviara mensajes. Si algo así hubiera coincidido con otro incidente durante la ONU, las consecuencias habrían sido catastróficas para la ciudad”.
A pesar de que los investigadores descartaron una amenaza inmediata contra las sesiones de la ONU, el hallazgo puso de relieve la fragilidad de las infraestructuras digitales en las grandes urbes. El episodio es un recordatorio de que las guerras modernas ya no se libran solo con armas tradicionales: los sistemas de comunicación también son blancos prioritarios en los conflictos geopolíticos. El Servicio Secreto sigue analizando si existen operaciones similares en otras ciudades de Estados Unidos.
La operación no solo frustró un ataque potencialmente devastador, sino que también mostró hasta qué punto Nueva York depende de su red de telecomunicaciones. Un apagón masivo en un momento de tensión global habría significado caos, pánico y una grave crisis de seguridad. Haber evitado ese escenario podría ser una de las claves para mantener la estabilidad en un momento diplomático tan delicado.