South Park volvió a levantar polémica con un episodio que apunta directamente contra el presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), Brendan Carr. La nueva entrega, titulada Conflicto de Intereses, finalmente salió al aire en Comedy Central tras un retraso que generó todo tipo de teorías. No se trataba de un capítulo cualquiera: era el primero en emitirse después del impactante asesinato del activista conservador Charlie Kirk, lo que añadió aún más tensión al estreno.
El retraso encendió las alarmas.
Muchos pensaron que la cadena había frenado la emisión por miedo a las repercusiones políticas, sobre todo porque cancelaron la repetición de un episodio en el que Eric Cartman parodiaba a Kirk y creaba un ridículo “Premio Charlie Kirk para Jóvenes Maestro-Debatientes”. Aunque Trey Parker y Matt Stone aseguraron que la demora fue solo responsabilidad suya, el público sospecha que hubo presiones desde arriba.
La producción de South Park siempre ha sido caótica y actual: suelen escribir y animar un episodio en menos de una semana. Sin embargo, esta temporada adoptaron un calendario quincenal para ganar tiempo en el desarrollo de cada historia. Eso da más margen creativo, pero también abre la puerta a especulaciones cuando algo no sale en fecha.
Brendan Carr en el ojo del huracán
La trama coloca a Carr en medio de una absurda aventura con Donald Trump, Satanás y un bebé que amenaza el orden político. Trump intenta deshacerse del niño con trampas que terminan hiriendo a Carr, quien acaba en el hospital con toxoplasmosis. El diagnóstico del médico es contundente: si el parásito llega al cerebro, Carr podría perder su “libertad de expresión”. Una broma que conecta de lleno con su papel en la suspensión de Jimmy Kimmel.
En la vida real, Kimmel fue sacado del aire por ABC tras hacer comentarios sobre el asesinato de Kirk y burlarse de la reacción de Trump, comparándola con la de un niño pequeño que pierde su pez dorado. Carr tachó sus declaraciones de “lo más enfermo posible” y advirtió que la FCC podría intervenir si las cadenas no actuaban. Poco después, el programa fue suspendido, lo que provocó fuertes críticas por considerarlo un ataque directo a la libertad de expresión.
Cuando la regulación se parece demasiado a la censura
Trump ya había acusado reiteradas veces a los medios de ser injustos con él, llegando incluso a sugerir que a ciertos canales se les debería retirar la licencia. Estas amenazas encendieron alarmas en el ámbito legal y periodístico, ya que insinuaban un uso político de la FCC para castigar voces críticas. Carr negó haber influido en la decisión de ABC, pero la percepción pública fue otra: la de un regulador convertido en censor.
South Park transforma esa tensión en humor grotesco. La enfermedad de Carr simboliza cómo la libertad de expresión parece estar en riesgo constante en Estados Unidos, sujeta a desaparecer en cualquier momento bajo presión política.
La jugada de JD Vance
El episodio también incluye al senador JD Vance, quien teme que el bebé de Trump y Satanás se convierta en sucesor presidencial. Para evitarlo, amenaza directamente a Carr con la frase: “Podemos hacerlo por las buenas o por las malas”, una cita que recuerda a las palabras del propio Carr en un podcast de derecha antes de la suspensión de Kimmel. El guiño satírico deja claro cómo se percibe la línea difusa entre poder político y autoridad reguladora.
El regreso de Jimmy Kimmel
Kimmel regresó a la televisión con un emotivo monólogo sobre la importancia de la libertad de expresión. La guinda fue la aparición sorpresa de Robert De Niro en un sketch donde interpretó al jefe de la FCC. Con el estilo de sus clásicos papeles mafiosos, gritó a Kimmel: “¡Yo soy la FCC!”, una escena que explotó en redes sociales y se volvió viral al instante.
La vigencia de South Park
Desde 1997, South Park ha destrozado tabúes: religión, cultura pop, política, nada queda intacto. Esta temporada, centrada en Trump, ha conseguido audiencias récord. El nuevo ritmo de producción implica menos episodios, pero más elaborados. Tras Conflicto de Intereses, la serie tomará una pausa de dos semanas y seguirá hasta diciembre.
Más allá de la comedia, este capítulo subraya el valor de la sátira como uno de los últimos espacios donde todavía se pueden decir verdades incómodas. Ridiculizando a Carr, Parker y Stone resaltan lo frágil que puede ser la libertad de expresión y lo necesario que resulta defenderla. En un clima donde políticos y organismos parecen querer controlar el discurso, South Park recuerda que la irreverencia es también resistencia.
El mensaje es claro: entre risas y absurdo, la serie obliga a preguntarse cuándo la regulación se convierte en censura y quién decide qué puede decirse. South Park no da respuestas, pero sí dispara la reflexión, y lo hace de la única forma que sabe: a carcajadas.