Samsung acaba de mover ficha en la competencia global de semiconductores al anunciar una rebaja contundente en el precio de sus futuras obleas de 2 nm. Este giro estratégico apunta directamente al dominio de TSMC, que durante años se ha mantenido como líder indiscutible gracias a su fiabilidad y a una base de clientes que incluye gigantes como Apple, AMD y Nvidia. Tras varios tropiezos con sus procesos de fabricación, la compañía surcoreana ahora apuesta por una jugada agresiva que podría cambiar las reglas del juego.
El nuevo precio fijado por Samsung es de unos 20.000 dólares por oblea de 2 nm, frente a los aproximadamente 30.000 dólares que se estima cobra TSMC.
A primera vista son solo 10.000 dólares de diferencia, pero en un sector donde se compran miles de unidades, esa brecha supone ahorros multimillonarios. Para las empresas que buscan maximizar márgenes y controlar costes, la propuesta resulta difícil de ignorar.
El problema de fondo de Samsung Foundry siempre han sido sus bajos rendimientos de producción. Un yield reducido significa que salen menos chips funcionales por cada oblea, encareciendo el coste real y generando desconfianza en los clientes. El caso más evidente fue el del Galaxy S25: el procesador Exynos 2500 no logró superar las pruebas internas y tuvo que ser reemplazado por Snapdragon, dejando a la vista la debilidad de su proceso de 3 nm. Esto reforzó la imagen de TSMC como la opción más segura y estable del mercado.
Sin embargo, 2024 marcó un punto de inflexión. Samsung consiguió estabilizar su nodo de 3 nm y comenzó a mostrar avances notables en 2 nm. Aunque los rendimientos aún no alcanzan niveles óptimos, la mejora es suficiente para apostar fuerte con el Exynos 2600, un chip fabricado en 2 nm que debutará en la futura serie Galaxy S26. Los primeros benchmarks sugieren un rendimiento competitivo, lo que podría darle a Samsung la credibilidad que necesita para recuperar terreno.
El recorte de precios no es un simple gesto publicitario: es una estrategia calculada. Samsung sabe que sus yields aún no son ideales, pero confía en que el incentivo económico compense las dudas técnicas. En otras palabras, busca convencer a los clientes de que vale la pena asumir cierto riesgo a cambio de un ahorro significativo. Para muchos, el balance podría resultar favorable.
Por ahora, TSMC no enfrenta un peligro inmediato. Su historial de confianza y la solidez de su clientela le dan margen de tranquilidad. No obstante, la presión ya está sobre la mesa. Si Samsung logra consolidar su proceso de 2 nm y el Exynos 2600 demuestra fiabilidad en el mundo real, TSMC podría verse obligada a replantear su estrategia de precios, algo poco común en un sector acostumbrado a tarifas premium por la tecnología más avanzada. La batalla apenas comienza y promete beneficiar a toda la industria con más competencia, innovación y opciones.