NVIDIA acaba de dar un paso que muchos jugadores veían venir, pero que aun así duele un poco: con la llegada de la nueva rama de drivers GeForce 590, la compañía cierra oficialmente la etapa de soporte Game Ready para las GPU basadas en Maxwell, Pascal y Volta. 
En la práctica, es una despedida para tarjetas míticas como la GTX 970, la súper popular GTX 1060, la GTX 1070 y, por supuesto, la legendaria GTX 1080 Ti, que durante años fue el «sueño húmedo» de cualquier PC gamer.
Durante mucho tiempo, el sello «Game Ready» fue casi una promesa: sale un juego grande, sale un driver optimizado. Los ingenieros de NVIDIA ajustaban perfiles, corregían errores gráficos específicos y exprimían algunos FPS extra para que el nuevo título funcionara lo mejor posible desde el primer día. Todo eso incluía también a las arquitecturas Maxwell, Pascal y Volta, a pesar de su edad. Con la serie 590, NVIDIA traza una línea muy clara: las optimizaciones Game Ready se centran a partir de la familia GeForce 16 y hacia arriba, es decir, en Turing, Ampere, Ada Lovelace y Blackwell.
Eso no significa que las tarjetas antiguas queden tiradas en la cuneta. En lugar de abandonarlas, NVIDIA las mueve a una rama de drivers «legacy». ¿Qué implica esto para el usuario de a pie? Si sigues usando una GTX 960, 970, 980, una GTX 1060 o 1070, una GTX 1080 o incluso una GTX 1080 Ti, seguirás recibiendo parches de seguridad y correcciones críticas cuando sea necesario. Lo que desaparece son esas actualizaciones pensadas específicamente para cada nuevo lanzamiento: ya no habrá perfiles dedicados, ni mejoras puntuales de rendimiento para el juego que todo el mundo está probando esta semana.
En Linux, el movimiento hacia el soporte legado ya se había hecho antes; ahora Windows se alinea con la misma estrategia. Con GeForce 590, NVIDIA deja claro que la prioridad de optimización está en las GPU modernas: GeForce 16 y las series RTX 20, RTX 30, RTX 40 y las futuras RTX 50, incluyendo monstruos como la RTX 4090 y lo que venga después. Si tu PC principal sigue dependiendo de una tarjeta anterior a la generación GeForce 16 o RTX 20, el driver que estás instalando hoy es, en la práctica, la última gran ronda de mimos centrados en Maxwell, Pascal y Volta.
¿Se acaba el mundo si tienes una de esas tarjetas? No. En el día a día, todo dependerá de a qué juegas. Títulos competitivos como CS2, Valorant, League of Legends o juegos de hace unos años seguirán funcionando igual que ayer: ya están muy trabajados para estas arquitecturas, y nada «se rompe» solo porque cambió el número de versión del driver. Donde se notará el cambio será a medio y largo plazo, cuando los nuevos motores gráficos se diseñen pensando primero en el ecosistema RTX, en ray tracing, en técnicas avanzadas de iluminación y en reconstrucción de imagen basada en IA. Ahí es donde la falta de drivers Game Ready puede traducirse en pequeños bugs visuales, bajones de rendimiento difíciles de pulir o simplemente en la ausencia de esas mejoras acumuladas que antes llegaban con cada nueva versión.
Desde el punto de vista de NVIDIA, la decisión tiene lógica. Cada arquitectura que se mantiene en la lista de soporte activo multiplica el trabajo de pruebas: distintas configuraciones de memoria, modelos personalizados de los ensambladores, combinaciones infinitas de juegos, APIs y sistemas operativos. Maxwell (serie GeForce 900), Pascal (serie GeForce 10) y Volta ya han tenido un ciclo de vida de soporte muy largo para los estándares de la industria. Mientras tanto, el mercado se ha movido hacia funciones que necesitan hardware más moderno: ray tracing en tiempo real, tecnologías como DLSS y Frame Generation, y todo un arsenal de trucos de inteligencia artificial que dependen de núcleos tensoriales y RT cores.
Hay además un detalle simbólico que muchos entusiastas no pasarán por alto: con GeForce 590, la serie GeForce 16 se convierte en la última generación con la marca GTX que sigue recibiendo soporte Game Ready. A partir de ahí, todo el protagonismo es para RTX, desde las primeras RTX 2060 y 2070, pasando por las RTX 3060, 3070, 3080, 3090, hasta las RTX 4070, 4080, 4090 y las futuras RTX 50. El mensaje es evidente: el futuro de la gama GeForce gira en torno a ray tracing, escalado inteligente y funciones aceleradas por IA, ya no solo a la fuerza bruta de rasterización clásica.
Para quienes siguen jugando con una Maxwell, Pascal o Volta, la conclusión real es otra: no hace falta entrar en pánico, pero sí conviene mirar al futuro con calma. Tu biblioteca actual seguirá funcionando, los fallos graves seguirán parcheándose y, con algunos ajustes en resolución y calidad gráfica, esas tarjetas todavía pueden dar guerra unos años más. Sin embargo, si tu objetivo es disfrutar de los próximos grandes lanzamientos con gráficos en alto o ultra, framerate estable y todas las novedades visuales activadas, lo sensato es empezar a planear un posible salto a una GeForce 16 económica, a una RTX 20 o 30 de segunda mano, o directamente a algo más moderno como una RTX 40 o una futura RTX 50.
Para el ecosistema en general, este recorte de arquitecturas activamente optimizadas también tiene un lado positivo. Menos combinaciones que probar significa drivers más consistentes, reacciones más rápidas ante errores críticos y, en teoría, un mejor aprovechamiento de las capacidades de las GPU actuales. GeForce 590 marca con claridad el mapa: al centro están GeForce 16 y las familias RTX 20, 30, 40 y 50; alrededor quedan Maxwell, Pascal y Volta, aún presentes, pero ya en una especie de jubilación honorable, mantenidas por seguridad y estabilidad, mientras las nuevas generaciones se encargan de renderizar los próximos mundos abiertos y todos esos reflejos y luces que nos dejan con la boca abierta.