Alan Cumming sorprendió al hablar de su experiencia en Avengers: Doomsday. El actor contó que todas sus escenas como Nightcrawler las rodó en completa soledad, frente a pantallas verdes y sin tener claro con qué personaje estaba interactuando.
“Hasta les ponían nombres falsos a los personajes. La mitad del tiempo ni sabía con quién actuaba”, confesó en entrevista con Gold Derby.
El regreso al mutante teletransportador llega más de veinte años después de su debut en X-Men 2, un rodaje que él mismo describió como “miserable” bajo la dirección de Bryan Singer. Esta vez, sin embargo, aseguró que la experiencia fue “sanadora”, aunque casi no tuvo contacto humano en el set. Su apretada agenda – que incluía grabar el reality Traitors – obligó a que sus escenas se completaran antes que las de los demás, apoyándose fuertemente en efectos digitales.
Sus palabras reflejan el presente del cine de superhéroes: actores que ruedan por separado, escenas que luego se arman como piezas de rompecabezas y emociones recreadas en computadora. Muchos fans temen que esa fórmula reste alma y autenticidad a las películas.
Aun así, gracias a la magia del CGI, Cumming compartirá pantalla con veteranos de los X-Men como Patrick Stewart (Profesor X), Ian McKellen (Magneto), Rebecca Romijn (Mística) y Kelsey Grammer (Bestia). La cinta será clave en los planes de Marvel: después de Doomsday y Secret Wars, se presentará un nuevo equipo joven de X-Men bajo la dirección de Jake Schreier.
Las confesiones de Cumming muestran la paradoja del Marvel actual: producciones impecables en lo técnico, pero con el riesgo de perder la chispa humana que alguna vez hizo tan especiales a sus héroes.