Amy Poehler volvió a demostrar que no se guarda nada y esta vez apuntó directamente a los premios más famosos del cine: los Oscar. En el nuevo episodio de su pódcast Good Hang With Amy, la actriz conversó con Olivia Colman, quien promociona The Roses, una nueva versión inspirada en la novela The War of the Roses de Warren Adler, donde comparte pantalla con Benedict Cumberbatch. En plena charla, Colman llamó a Cumberbatch, y él soltó una frase que marcó el tono del episodio: “Si puedes hacer comedia, puedes hacer cualquier cosa”.
Poehler coincidió de inmediato y se lanzó a un alegato apasionado en defensa del género cómico.
“Cada año en los Oscar, las comedias se quedan en blanco mientras los dramas suben una y otra vez a recoger premios. ¡Es una tontería absoluta! Porque la comedia no es nada fácil”, exclamó Poehler. La actriz, que ha hecho carrera combinando sátira y sensibilidad, elogió a Colman y Cumberbatch como ejemplos de intérpretes que demuestran que se puede brillar tanto en el drama como en la comedia.
Su queja tiene fundamento. Es cierto que algunas películas con tintes cómicos han logrado reconocimiento, como The Favourite, Barbie o Everything Everywhere All at Once. Pero casi siempre se trata de híbridos con drama, sátira o fantasía. Las comedias puras, cuyo objetivo principal es hacer reír, rara vez son tomadas en serio por la Academia. Y no son las únicas ninguneadas: el terror lo pasa aún peor. Muchos siguen señalando la falta de nominación para Toni Collette en Hereditary, de Ari Aster, como una de las grandes injusticias recientes, del mismo modo que ahora se habla de la actuación de Amy Madigan en Weapons. Lo que deja en claro Poehler es que hay géneros completos que siguen siendo marginados.
La ironía es que, al mismo tiempo, los Oscar dependen del humor para no ser un maratón insoportable. Año tras año recurren a cómicos para presentar, escribir chistes y mantener entretenido al público durante más de tres horas. Pero cuando llega la hora de premiar la comedia en sí, la tratan como un género menor. Y sin embargo, dominar la comedia exige precisión, ritmo, improvisación y un rango emocional enorme, cualidades que no todos los actores dramáticos tienen. Como resumió Cumberbatch: si logras hacer buena comedia, puedes con cualquier papel.
Algunos críticos opinan que la Academia está obsesionada con el “peso” de las historias. Creen que solo los dramas transmiten la sensación de importancia. Pero grandes comedias también hablan de la condición humana, de poder, de cultura y lo hacen con un alcance popular inmenso. Películas como Atrapado en el tiempo o Con faldas y a lo loco siguen siendo estudiadas y disfrutadas décadas después, con o sin Oscar.
Quizá las palabras de Poehler no cambien de inmediato las costumbres de la Academia, pero suman fuerza a un reclamo que lleva años creciendo. La reciente creación de la categoría de Mejor Coordinación de Dublés demuestra que los Oscar pueden evolucionar, aunque lentamente. Queda la duda de si algún día veremos a una comedia pura subir al escenario principal. Hasta entonces, como dijo Poehler, seguir ignorando la comedia no es más que un sinsentido caliente.
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Amy tiene toda la razón, los Oscar ya son un chiste en sí