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Apple se libra por poco de la nueva ofensiva china sobre las tierras raras

por ytools
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Apple y otras grandes empresas tecnológicas se salvaron por poco de una crisis global que amenazaba con paralizar la industria de los chips. Todo comenzó cuando China anunció que endurecería el control sobre la exportación de materiales de tierras raras, elementos esenciales para la fabricación de dispositivos electrónicos.
Apple se libra por poco de la nueva ofensiva china sobre las tierras raras
Por ahora, el CEO de Apple, Tim Cook, puede respirar tranquilo, pero el episodio demuestra hasta qué punto la tecnología mundial depende de Pekín.

El miedo de fondo sigue siendo el mismo: una posible invasión china de Taiwán, hogar de TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), la mayor y más avanzada fábrica de semiconductores del planeta. Si eso ocurriera, Apple perdería el acceso a los chips que dan vida a los iPhone, iPad y Mac. Imágenes satelitales recientes revelaron que China construyó una réplica de Taipéi, incluyendo la Oficina Presidencial de Taiwán, un gesto que muchos interpretan como una advertencia. El presidente taiwanés, Lai Ching-te, respondió prometiendo acelerar el desarrollo de un escudo aéreo nacional para proteger la isla de ataques.

En medio de esa tensión, el anuncio de Pekín sobre nuevas licencias para exportar tierras raras generó alarma en Silicon Valley. China produce alrededor del 90% de estos materiales en el mundo: un grupo de 17 metales esenciales para la fabricación de chips, baterías, imanes y componentes electrónicos de alta precisión. Uno de ellos, el samario, es utilizado por Estados Unidos en la producción de aviones de combate F-35 y sistemas de misiles. Si China restringiera su acceso, obtendría una poderosa herramienta de presión sobre las cadenas globales de suministro tecnológico y militar.

Según informó el New York Times, existía preocupación de que compañías como TSMC, Samsung y SK hynix se vieran obligadas a solicitar licencias para continuar operando, lo que daría a Pekín un control casi total sobre la producción mundial de chips. En el peor escenario, Apple no podría fabricar sus procesadores, y gigantes como Nvidia, AMD y Qualcomm también se verían afectados. El temor era claro: que China pudiera “cerrar el grifo” de la electrónica moderna con una sola decisión.

Sin embargo, la calma regresó rápidamente. El Ministerio de Economía de Taiwán aclaró que los metales incluidos en las nuevas restricciones no se utilizan en la fabricación de semiconductores. En cambio, las medidas afectan principalmente la producción de drones y vehículos eléctricos. Esto significa que TSMC y sus clientes – incluyendo Apple – pueden continuar operando con normalidad, al menos por ahora. China defendió sus acciones alegando preocupación por el uso de esos materiales en “aplicaciones militares” en tiempos de “conflictos frecuentes”. Las nuevas reglas entrarán en vigor el 8 de noviembre.

No obstante, los expertos advierten que esta tregua podría ser temporal. Jimmy Goodrich, investigador del Instituto de Cooperación y Conflictos Globales de la Universidad de California, señaló que “China está jugando fuerte” y que su estrategia podría llevarla a dominar la cadena global de suministros tecnológicos y de inteligencia artificial. Si Pekín decide en el futuro extender las restricciones a materiales usados en la producción de chips, el impacto sería devastador.

Aunque TSMC ha diversificado parcialmente sus proveedores, la mayoría sigue dependiendo de fuentes chinas. Si China endurece aún más las reglas, la producción global de chips podría detenerse en cuestión de semanas. Para evitarlo, Estados Unidos ha comenzado a invertir fuertemente en alternativas nacionales. El Departamento de Defensa estadounidense ya ha destinado cientos de millones de dólares a proyectos mineros en Nevada y Texas, con el objetivo de crear una cadena de suministro independiente. Iniciativas similares se desarrollan en Australia y Canadá, pero los expertos advierten que tomarán años en rendir frutos.

Para Apple, este episodio es un recordatorio incómodo: aunque sus chips se diseñan en California, su destino se decide a miles de kilómetros, en Pekín. La globalización tecnológica ya no ofrece la seguridad de antes; al contrario, la interdependencia se ha convertido en vulnerabilidad. Apple esquivó el golpe esta vez, pero nadie garantiza que tenga la misma suerte la próxima.

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