Cuando se confirmó que Apple había cancelado el Vision Pro, muchos pensaron que era un golpe duro para la compañía. Yo también lo pensé por un momento. Llevo años defendiendo la XR (realidad extendida) como el futuro de la computación, convencido de que un día será tan común como el smartphone.
Pero, para mi sorpresa, no sentí tristeza. Sentí entusiasmo. Porque el fin del Vision Pro no es un fracaso, sino el comienzo de algo mucho más grande.
Desde su anuncio, el Vision Pro nunca se sintió como un producto para todos. Era una declaración, una forma de Apple decir: “Estamos entrando en el mundo de la realidad espacial.” El precio, las limitaciones y el enfoque lo dejaban claro: no buscaban dominar el mercado, sino marcar el camino. Mientras otros fabricantes corrían detrás del hardware, Apple estaba pensando en la próxima generación de dispositivos: las gafas de realidad aumentada (AR).
Y en cierto modo, lo lograron. El lanzamiento del Vision Pro despertó a toda la industria. Samsung aceleró su proyecto Moohan, Vivo presentó sus propias gafas Vision, y de repente todos hablaban de realidad extendida otra vez. Apple había conseguido lo que quería: volver a poner la XR en el mapa tecnológico. Pero lo más interesante es que el Vision Pro siempre fue un ensayo general, una preparación para el verdadero objetivo: unas gafas AR que integren lo digital en la vida cotidiana.
Por eso, cuando se supo que el Vision Pro – o quizás su sucesor, el Vision Air – había sido cancelado, entendí que era una jugada estratégica. Tim Cook y su equipo no quieren perderse en productos intermedios. Quieren apostar todo por el futuro. Y ese futuro no es un casco voluminoso y carísimo, sino unas gafas ligeras, elegantes y tan útiles que harán que el teléfono parezca cosa del pasado.
Si Apple realmente hubiese querido vender millones de Vision Pro, habría lanzado controladores, compatibilidad con juegos y un precio razonable. Pero no lo hizo. Porque el Vision Pro era, en el fondo, un experimento. Un mensaje para desarrolladores y para el público: “Miren lo que podemos hacer.” Hasta que llegó Meta con sus Ray-Ban Display, y Apple entendió que el reloj corría. Meta planea lanzar sus primeras gafas AR de consumo en 2027, y Apple no puede quedarse atrás.
El movimiento es lógico. La VR busca aislarte; la AR quiere acompañarte. Imagina caminar por la calle y ver tu ruta de Apple Maps proyectada frente a ti. O ver una llamada entrante flotando en el aire y responder con un simple gesto. Eso es el futuro de la interacción digital: invisible, fluido, integrado en la realidad. Apple lo sabe, y su cancelación del Vision Pro es un paso necesario para llegar allí.
Muchos siguen dudando. Dicen que unas gafas nunca reemplazarán al teléfono. Pero también dudaban del iPhone en 2007. Hoy, los Ray-Ban Display de Meta ya demuestran que la idea funciona: tecnología usable, social y atractiva. Si Apple logra llevar su ecosistema – Mensajes, Siri, Mapas, FaceTime – al mundo de las gafas, podríamos estar a las puertas de la próxima revolución tecnológica.
Meta lleva ventaja, claro. Tiene años de datos, experimentos y prototipos. Pero Apple tiene algo que los demás no: la capacidad de transformar tecnología en deseo. Si sus gafas AR combinan utilidad, estética y magia, marcarán una nueva era. Porque cuando Apple apuesta por algo, no lo hace a medias.
Así que no, la cancelación del Vision Pro no es el final. Es un cambio de rumbo, una maniobra para liberar el camino hacia la verdadera revolución. Pronto, lo digital dejará de estar atrapado en una pantalla y se convertirá en parte de lo que vemos, tocamos y vivimos. Y ahí, en ese momento, empezará la nueva historia de Apple.
1 comentario
por fin alguien lo explica sin drama, tiene todo el sentido