Baby Steps no es solo otro juego raro de física torpe, es una sátira brillante sobre la impaciencia y la obsesión moderna por apretar el botón de “Saltar”. Creado por Gabe Cuzzillo, Maxi Boch y Bennett Foddy, el genio detrás de Getting Over It, este peculiar simulador de caminar convierte cada paso en una comedia existencial.
Pero lo más delirante del juego no está en sus caídas ni en su torpeza, sino en un secreto pensado para los más ansiosos: una cinemática de 28 minutos que se activa solo si logras saltarte casi todas las demás.
En la mayoría de los juegos, saltar una escena es instantáneo. En Baby Steps, es casi una lucha psicológica. Cada intento de salto te enfrenta a un minijuego absurdo en el que parece que el propio botón de “Skip” te está desafiando. Y si no te esfuerzas lo suficiente en evitar las escenas, nunca verás la gran broma final: una escena tan larga como absurda, que se burla directamente del jugador que no puede quedarse quieto.
La famosa secuencia aparece al final, cuando Nate visita a Moose en su cabaña. Si el jugador ha estado saltando todo, pero decide no hacerlo esta vez, el juego cambia completamente el tono. Nate rompe la cuarta pared y empieza a hablar sobre lo absurdo de todo el asunto, confesando que ya no tiene ganas de seguir actuando. A partir de ahí, los propios creadores – Cuzzillo y Foddy – aparecen como ellos mismos, conversando sobre cualquier tontería: sándwiches de brócoli, lo difícil que es grabar sonido con aviones encima, o lo imposible que resulta mover una sola ceja sin la otra. Es un festival de charlas sin sentido que se vuelve hipnótico por lo absurdo.
Durante casi media hora, los personajes se enredan en una charla infinita sobre temas cotidianos, interrumpidos por quejas hacia el jugador por haber saltado todas las otras escenas. Hablan del moho, de la necesidad humana de ir al baño como recurso narrativo, e incluso se frustran porque el jugador no está saltando esta vez. Es un momento completamente meta, entre broma y castigo, donde el juego parece preguntarte: ¿por qué tienes tanta prisa?
La escena termina cuando un gato empieza a maullarles, apurándolos para que cierren el juego y pasen a los créditos. Es una broma tan absurda como brillante, una crítica disfrazada de sketch improvisado. Y sí, puedes verla completa en YouTube… pero si haces eso, quizá no entendiste el punto.