La compra de Electronic Arts por 55 mil millones de dólares ha sacudido a toda la industria del videojuego, y pocas compañías sienten tanta presión como BioWare. El legendario estudio canadiense, responsable de clásicos como Baldur’s Gate, Neverwinter Nights, Star Wars: Knights of the Old Republic, Mass Effect y Dragon Age, atraviesa hoy una de sus etapas más inciertas. Fuentes citadas por Insider Gaming describen un ambiente cargado de preocupación: muchos empleados están actualizando sus currículums y tanteando oportunidades fuera del estudio, por si llega lo peor.
Un trabajador lo resumió de forma cruda: “Seguimos trabajando hasta que nos digan que se acabó”.
La situación es consecuencia de varios tropiezos. El fracaso de Anthem todavía pesa como un recordatorio de promesas incumplidas y gestión fallida. Más reciente, Dragon Age: The Veilguard tuvo críticas decentes, pero no cumplió con los objetivos de ventas. EA esperaba llegar a tres millones de jugadores, pero en enero de 2025 apenas sumaba 1,5 millones. El golpe fue duro: despidos masivos y una plantilla reducida a menos de cien personas. Entre los fans, crece la duda sobre si BioWare aún tiene la capacidad de volver a brillar.
El nuevo proyecto de la casa es un Mass Effect, pero la incertidumbre es grande. El hecho de que EA deje de cotizar en bolsa podría aliviar temporalmente la presión de los accionistas. Sin embargo, los nuevos dueños – el fondo soberano de Arabia Saudita PIF junto a Silver Lake y Affinity Partners – tienen enormes deudas que saldar, y eso suele traducirse en recortes drásticos. La experiencia demuestra que los estudios con historial de fracasos son los primeros en caer.
Incluso se rumorea que EA intentó vender BioWare en el pasado, aunque nunca se concretó. Para muchos, esa habría sido la mejor oportunidad para que el estudio recuperara su independencia creativa. Ahora, sigue siendo parte de una corporación gigantesca, endeudada y famosa por reestructuraciones dolorosas.
Los jugadores tampoco se callan. Un sector acusa a BioWare de dar prioridad a discursos políticos por encima de la jugabilidad, mientras que otros señalan problemas técnicos y mala dirección. El resultado es el mismo: desconfianza. La paciencia de la comunidad, que alguna vez respaldó al estudio en los momentos difíciles, hoy parece agotada.
Dentro del estudio en Edmonton, la realidad es seguir adelante con el próximo Mass Effect con la esperanza de un renacimiento. Pero tras los tropiezos de Anthem, Andromeda y Veilguard, pocos creen en una nueva oportunidad. Los próximos meses serán decisivos para saber si BioWare recupera su prestigio o pasa a ser solo un recuerdo en la historia de los RPG occidentales.