Estados Unidos enfrenta una nueva crisis energética, no por las casas ni las fábricas, sino por la avalancha de centros de datos dedicados a la inteligencia artificial.
Mientras los gigantes tecnológicos levantan granjas de servidores cada vez más potentes, la vieja red eléctrica estadounidense se acerca a un punto crítico.
Meta, Amazon, Google y Microsoft están invirtiendo miles de millones en infraestructura de IA. Pero cada centro de datos consume cantidades brutales de electricidad: una sola solicitud de conexión puede llegar a 5 gigavatios, lo mismo que cinco millones de hogares. El problema es que gran parte del sistema eléctrico todavía depende de tecnología de los años 70, incapaz de seguir el ritmo.
Goldman Sachs advierte que la demanda de energía de los datacenters ya supera la capacidad de expansión de la red. Gartner prevé que para 2027 hasta un 40% de los centros de datos en EE.UU. podrían quedarse sin suficiente energía, con un consumo total que alcanzaría los 500 teravatios-hora. Para los usuarios, esto significa facturas más caras: en las zonas con más datacenters, el recibo mensual podría subir entre 14 y 37 dólares para 2040.
La respuesta de Big Tech: producir su propia energía. Meta construye plantas de gas para sus clústeres de varios gigavatios; Microsoft planea reactivar la central nuclear de Three Mile Island para alimentar supercomputadoras; y Amazon y Google preparan movimientos similares. Las grandes tecnológicas se convierten así en nuevos actores del sector energético.
El problema es que levantar plantas toma años, mientras que los centros de datos aparecen en cuestión de meses. Eso deja a EE.UU. vulnerable a apagones y subidas de precios. La presión política aumenta, y el “plan de acción en IA” de Donald Trump promete acelerar la modernización de la red y asegurar el suministro en la era de la inteligencia artificial.