China acelera su plan para reducir la dependencia de la tecnología estadounidense, imponiendo que los nuevos centros de datos utilicen en su mayoría chips de IA fabricados en el país.
La medida llega en medio de crecientes tensiones comerciales y de las restricciones de EE.UU. a la exportación de semiconductores avanzados.
En este contexto, Cambricon, una de las startups chinas más destacadas en el sector, planea recaudar alrededor de 4.000 millones de yuanes (unos 560 millones de dólares) para impulsar sus desarrollos. La compañía busca competir con NVIDIA y AMD, ofreciendo alternativas locales. Su serie Siyuan ya está presente en el mercado de la nube y los data centers, y trabaja en nuevos chips orientados al entrenamiento de grandes modelos de lenguaje.
Pekín ha fijado una regla clara: más del 50 % de los chips en los nuevos centros de datos deben provenir de empresas nacionales. Esto beneficia directamente a Huawei y Cambricon. Huawei apuesta fuerte por su línea Ascend: el modelo 910C se rumorea que podría superar al NVIDIA H100 en entrenamientos, mientras que su sistema CloudMatrix 384 se presenta como rival del Blackwell NVL72 estadounidense.
No obstante, los desafíos son grandes. China aún carece de un ecosistema de software similar a CUDA, lo que limita el aprovechamiento de su hardware local. Además, la brecha de rendimiento es evidente: el retraso del modelo DeepSeek R2 se atribuye precisamente a la falta de chips suficientemente potentes.
Por ahora, las empresas chinas deben equilibrar el uso de tecnología americana para proyectos más exigentes con inversiones masivas en soluciones nacionales. Queda por ver si la inyección de capital permitirá a Cambricon dar un salto decisivo, pero la dirección está marcada: Pekín quiere tener un papel mucho más fuerte en la competencia global del hardware de IA.