Nothing, la compañía fundada por Carl Pei, ya no quiere ser vista únicamente como un fabricante de smartphones. En un anuncio reciente, Pei confirmó que la empresa recaudó 200 millones de dólares en una nueva ronda de inversión, alcanzando una valoración de 1.300 millones.
Pero la noticia va más allá de las cifras: el plan de Nothing apunta a robots humanoides, coches eléctricos y un sistema operativo nativo de inteligencia artificial.
En apenas cuatro años, Nothing construyó una red de producción global, vendió millones de dispositivos y superó los 1.000 millones de dólares en ingresos acumulados. Para cualquier startup sería un logro enorme, pero Pei insiste en que eso es solo el primer paso. Su objetivo es claro: crear una plataforma de IA nativa que fusione hardware y software en un ecosistema único, capaz de adaptarse a cada persona de forma distinta.
“De ser la única compañía independiente de smartphones en la última década, avanzamos hacia una plataforma AI-nativa en la que hardware y software se integran en un sistema inteligente”, declaró Pei en septiembre de 2025. La apuesta es abandonar el modelo genérico y construir sistemas diseñados para cada usuario en particular.
Pei critica que, aunque la inteligencia artificial avanza a gran velocidad, la experiencia con los teléfonos móviles prácticamente no ha cambiado. Más allá de cámaras más potentes y funciones de traducción o asistentes un poco mejores, no ha habido grandes transformaciones. Según Nothing, ha llegado el momento de romper con esa rutina.
La visión es que el sistema operativo del futuro actuará como un asistente activo: propondrá acciones y, con un simple visto bueno, las ejecutará automáticamente. Eso podría incluir desde organizar una cita hasta gestionar datos cotidianos o controlar dispositivos conectados. Como resume Pei: “En lugar de una única solución para todos, habrá mil millones de sistemas distintos para mil millones de personas”.
La ambición va mucho más allá de teléfonos y auriculares. La compañía quiere llevar esta plataforma también a relojes inteligentes, gafas, robots y coches eléctricos. La lógica es sencilla: quien controle el punto final de interacción entre el usuario y el dispositivo tendrá la llave para ofrecer experiencias de IA verdaderamente personalizadas.
Se trata de un plan ambicioso, sobre todo porque gigantes como Apple, Google o Samsung ya compiten en la misma dirección. Sin embargo, la historia demuestra que la innovación a veces surge de actores más pequeños. Si Nothing logra lanzar dispositivos realmente AI-nativos, podría provocar la mayor revolución tecnológica desde el iPhone.
La incógnita es si Nothing podrá convertir esta visión en productos tangibles y exitosos. El tiempo dirá. Y si los robots humanoides llegan a formar parte de nuestro día a día, quizás toque desempolvar las Tres Leyes de la Robótica de Isaac Asimov.