Inicio » Sin categorizar » Cómo elegir un SSD: lo que de verdad importa

Cómo elegir un SSD: lo que de verdad importa

por ytools
0 comentario 1 vistas

Cómo elegir un SSD: lo que de verdad importa

Cómo elegir un SSD: guía completa para no equivocarse

A primera vista, parece que comprar un SSD es sencillo: mientras más capacidad, mejor. Pero la realidad es distinta. La elección correcta depende de varios factores técnicos que afectan el rendimiento, la fiabilidad y el precio. Entender estas características es clave para no gastar de más y asegurarse de que el equipo funcione de forma fluida durante años. En este artículo repasamos los aspectos más importantes.

Por qué importan las especificaciones de un SSD

La ficha técnica de un SSD está llena de datos que pueden parecer complicados, pero no son simples adornos. Cada parámetro define la rapidez del arranque, el tiempo de carga de juegos y programas, y la vida útil del dispositivo. Los seis factores principales a tener en cuenta son:

  • Capacidad de almacenamiento
  • Velocidad de lectura y escritura
  • Formato físico
  • Interfaz de conexión
  • Tipo de memoria
  • Resistencia o vida útil (endurance)

Todos influyen en mayor o menor medida. La resistencia, por ejemplo, puede no ser determinante para un usuario común, pero para un profesional que maneja grandes volúmenes de datos es fundamental.

Capacidad: cuánto espacio necesitas realmente

La capacidad se mide en gigabytes (GB) o terabytes (TB), siendo 1 TB equivalente a 1024 GB. Para tener una referencia: Windows ocupa unos 30 GB, una película en Full HD de 4 a 8 GB, mil fotos de móvil alrededor de 20–25 GB, y un videojuego AAA actual puede superar fácilmente los 80–100 GB.

Para un PC de oficina o de uso básico, un SSD de 480–512 GB es suficiente. Para un PC gamer, lo mínimo recomendable es 1 TB, siendo 2 TB lo ideal. Quienes trabajan con edición de video, modelado 3D o grandes bases de datos deberían considerar todavía más capacidad.

Velocidad: la verdadera diferencia

La velocidad es lo que más se percibe en el día a día. Existen dos métricas principales: lectura y escritura. La lectura suele ser más rápida que la escritura por la forma en que funciona la memoria flash.

Los SSD SATA alcanzan normalmente entre 500–600 MB/s. Son más que suficientes para uso general y mucho más rápidos que los discos duros tradicionales. Pero si necesitas trabajar con archivos pesados, edición de video o desarrollo, conviene un NVMe, que ofrece entre 1500 y 2000 MB/s o más.

En la gama alta, modelos como el MSI Spatium M580 Frozr llegan a velocidades extremas: hasta 14.100 MB/s en lectura y 12.600 MB/s en escritura. Sin embargo, estos están pensados para profesionales y entusiastas. Además, la velocidad real varía según el tamaño de los archivos y la carga de trabajo.

Formato: el tamaño físico importa

El formato define la forma y el tamaño del SSD. Los más comunes en el mercado son:

  • 2,5 pulgadas – similares a los discos duros de portátil, conectados por SATA. Son económicos y fáciles de instalar, pero más lentos que los NVMe.
  • M.2 – placas delgadas que se colocan directamente en la placa base. Pueden usar tanto SATA como NVMe. Existen distintos tamaños: 2280, 2260, 2242, 2230. Los dos primeros dígitos indican el ancho (22 mm) y los otros la longitud (ejemplo: 80 mm).

El formato 2280 es el más extendido en PCs modernos, aunque siempre conviene verificar la compatibilidad de la placa base antes de comprar.

Interfaz: SATA vs PCIe NVMe

La interfaz determina la velocidad máxima de transferencia:

  • SATA – limitado a unos 600 MB/s. Es barato y muy extendido, ideal para actualizar un PC viejo o como disco secundario.
  • PCIe NVMe – el estándar más rápido de la actualidad, con velocidades teóricas de hasta 16.400 MB/s. Perfecto para quienes necesitan el máximo rendimiento, aunque más caro.

Es importante revisar la compatibilidad: un SSD NVMe no funcionará en una ranura M.2 que solo soporte SATA.

Tipo de memoria: MLC, TLC y QLC

La información en los SSD se guarda en celdas de memoria, y según cuántos bits almacene cada celda, cambia el tipo:

  • MLC (Multi-Level Cell) – 2 bits por celda. Fiable y duradero, pero cada vez menos común por su coste.
  • TLC (Triple-Level Cell) – 3 bits por celda. Buen equilibrio entre precio, velocidad y capacidad. Es el estándar actual incluso en gamas altas.
  • QLC (Quad-Level Cell) – 4 bits por celda. Más barato, pero más lento y con menor vida útil. Apto solo para usos ligeros.

En la práctica, los SSD con TLC son la mejor opción para la mayoría de usuarios.

Resistencia: cuánto durará tu SSD

La resistencia se mide con TBW (Total Bytes Written), que indica cuántos terabytes se pueden escribir en el disco durante toda su vida útil. Los SSD de mayor capacidad suelen tener un TBW más alto. Para el usuario promedio, esto nunca será un problema, pero para quienes trabajan de manera intensiva sí puede ser decisivo.

Conclusión

No basta con mirar solo la capacidad o el precio. Para elegir bien un SSD, hay que evaluar también la velocidad, la interfaz, el formato físico, el tipo de memoria y la resistencia. Considerando todos estos factores, podrás encontrar el SSD ideal para tu perfil: juegos, trabajo profesional o simplemente un PC más rápido y ágil.

Deja un comentario