CRKD insinúa un kit de batería modular pensado para la nueva ola de juegos de ritmo
Tras devolver a la vida las guitarras de plástico con su modelo tipo Les Paul, CRKD cambia de instrumento: la compañía ha mostrado un kit de batería con cuatro pads y tres platos, acabado casi totalmente en negro, un pedal de bombo contundente y una barra de LEDs bajo la zona de golpes. No se ven logotipos de terceros ni acuerdos de licencia a la vista; todo apunta a un lanzamiento 100% CRKD.
Datos oficiales, por ahora, los justos: la marca habla de llegada para el año que viene, sin precio, sin lista de plataformas ni estándares de conexión. Aun así, el video deja pistas. El chasis parece desmontarse por módulos (patas, puente de pads, brazos de platos, pedal), lo que facilita guardarlo en un armario o llevarlo en el maletero. Es una filosofía que recuerda a la guitarra de CRKD con mástil extraíble. La franja luminosa bajo los pads sugiere claramente funcionamiento inalámbrico (2,4 GHz con dongle o Bluetooth) y estados de emparejamiento/batería.
Conviene ponerlo en su contexto: no es una batería electrónica de estudio, es un controlador para videojuegos. Los pads están más juntos de lo que verías en un kit acústico y los platos cuelgan compactos. No es un error, es una decisión de diseño para priorizar la lectura de charts y la velocidad de manos en temas exigentes. Traducido: está pensado para Clone Hero, YARG y lo que venga en el ecosistema de ritmo. Fortnite Festival todavía no admite baterías dedicadas; si Epic habilita esa entrada en el futuro, un set así se convertiría en protagonista inmediato del salón.
Que el teaser haya calentado tanto a la comunidad tiene una explicación sencilla: escasez. Los viejos kits de Rock Band y Guitar Hero siguen funcionando a algunos, pero son raros, frágiles y se cotizan caro en reventa. Muchos jugadores han migrado a soluciones híbridas: un Alesis Nitro Max u otro e-drum económico combinado con adaptadores tipo Roll Limitless para traducir cada golpe al juego. Es potente, sí, pero requiere paciencia con drivers, firmware y mapeos. CRKD parece apuntar al otro extremo: enchufar y tocar, sin hubs MIDI, sin planillas ni malabares.
La otra gran cuestión es la durabilidad. Quien haya visto deshacerse la funda de un micro USB tras años de cajón sabe de lo que hablamos: plásticos fatigados, cables que se pelan, bisagras que ceden. Si CRKD quiere fidelizar a largo plazo, necesita gomas de pad resistentes y silenciosas, pedal con piezas reemplazables, platos flexibles pero tenaces y un catálogo de repuestos fácil de conseguir, respaldado por una garantía que no se quede en letra pequeña.
Qué vigilaremos de aquí al lanzamiento:
- Latencia y feel: si el modo inalámbrico mantiene el timing en fills rápidos, flams y pasajes con doble bombo.
- Compatibilidad real: consolas soportadas, drivers en PC y perfiles nativos para Clone Hero/YARG.
- Personalización: remapeo de carriles, curvas de sensibilidad, control de crosstalk y opción de double kick.
- Construcción y servicio: desgaste de gomas, bisagras y resortes del pedal, flex de los platos y disponibilidad de recambios.
- Ruido doméstico: pads amortiguados que no conviertan el piso en un tambor comunitario.
- Precio frente a alternativas: cuánto compensa el plug-and-play frente a la pareja e-drum barato + adaptador.
La guitarra de CRKD demostró que se puede jugar con la nostalgia sin oler a museo. Si este kit ofrece baja latencia, ergonomía sensata y aguante para sesiones largas, puede convertirse en el upgrade por defecto tanto para quien vuelve al género como para quien entra por primera vez desde PC. La pregunta no es si hay demanda (la hay), sino si CRKD clava el tacto. En controladores de batería, lo que separa el juguete del instrumento es claro: timing, rebote y fiabilidad.
Apunte final que la comunidad repite desde hace años: nada de ataduras propietarias. Un trío abierto de Bluetooth, 2,4 GHz y USB, pads silenciosos y listo. Si el teaser es honesto, CRKD sabe perfectamente dónde golpear.