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La deuda de 20.000 millones de EA pone a BioWare y Motive contra las cuerdas

por ytools
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Electronic Arts (EA), uno de los gigantes más poderosos de la industria de los videojuegos, atraviesa una situación que podría marcar un antes y un después en su historia. Tras la compra multimillonaria de 55.000 millones de dólares realizada por el llamado Consorcio, las miradas ya no se centran tanto en la cifra récord, sino en la pesada mochila de 20.000 millones de dólares en deuda que acompaña la operación.
La deuda de 20.000 millones de EA pone a BioWare y Motive contra las cuerdas
Según el analista Rhys Elliott, de Alinea Analytics, esa deuda es una auténtica bomba de tiempo que amenaza con detonar cambios drásticos dentro de la compañía.

Aunque EA genera entre 2.000 y 2.500 millones de dólares anuales en flujo de caja – gracias sobre todo a sus franquicias deportivas como EA FC y Madden – , el lastre de 20.000 millones en deuda calificada como “bonos basura” (single-B) resulta alarmante. En la historia de las adquisiciones apalancadas (LBO), este tipo de deuda casi siempre desemboca en “ajustes de eficiencia”, eufemismo corporativo para hablar de recortes masivos, despidos y venta de activos.

Los primeros en la lista negra serían aquellos estudios que no producen ganancias inmediatas. BioWare, creadora de sagas icónicas como Mass Effect y Dragon Age, aparece como una de las principales candidatas a sufrir recortes o incluso a ser vendida. También Motive, que desarrolla actualmente el juego de Iron Man y colabora con el próximo Battlefield 6, estaría en la cuerda floja. Para los inversionistas, un RPG que cuesta 200 millones se convierte en un lujo innecesario cuando los sobres digitales de FIFA/EA FC generan miles de millones año tras año.

Elliott advierte que los proyectos de un solo jugador y las propuestas narrativas corren un alto riesgo. Aunque BioWare ha sido reconocida por su apuesta en temas inclusivos y su enfoque en derechos humanos, estas virtudes pueden pasar a segundo plano si lo único que cuenta es el retorno rápido de la inversión.

En el panorama internacional, hay un actor clave: el Fondo de Inversión Pública (PIF) de Arabia Saudita. Considerado uno de los principales impulsores del Consorcio, el PIF busca diversificar la economía del reino más allá del petróleo y mejorar su imagen mundial mediante inversiones estratégicas en entretenimiento. Los videojuegos son parte esencial de ese plan: el PIF ya ha invertido en CAPCOM, Nintendo, Take-Two, Embracer Group y compró la editora móvil Scopely. Ahora, con EA bajo su control, el fondo da un paso firme en el mercado AAA occidental.

Para los jugadores, el futuro no pinta alentador: se avecinan reestructuraciones profundas, despidos masivos y posibles ventas de franquicias. Como resume Elliott: “Todo lo que no genere dinero rápido y constante será puesto en duda”. En otras palabras, la suerte de estudios legendarios podría definirse no por su creatividad, sino por su capacidad de competir con los paquetes digitales de FIFA.

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