EE.UU. endurece su ofensiva tecnológica mientras China corre para alcanzar

El Secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, afirmó que China sigue rezagada en la producción de chips avanzados, y atribuyó este retraso a las fuertes restricciones impuestas por su país. Según él, China solo puede fabricar unos 200,000 chips de alta gama al año, una cifra muy baja frente a la demanda interna del gigante asiático.

Estas restricciones, implementadas desde la administración Trump, apuntan directamente a frenar el desarrollo tecnológico chino. Están enfocadas en sectores clave como la inteligencia artificial, software de diseño electrónico (EDA) y equipos de fabricación de semiconductores. El mensaje es claro: EE.UU. no piensa ceder su liderazgo en tecnología.

China, sin embargo, no se ha quedado de brazos cruzados. Empresas como Huawei están invirtiendo fuertemente en la creación de una industria de semiconductores nacional e independiente. Pero sin acceso a tecnologías críticas como la litografía EUV, el camino hacia la autosuficiencia es lento y complejo.

En paralelo, EE.UU. ha intensificado su apuesta por la producción local. El gigante taiwanés TSMC anunció inversiones por 165 mil millones de dólares en nuevas fábricas y un centro de investigación en Arizona. La idea es reforzar la cadena de suministro estadounidense y disminuir su dependencia tecnológica de Asia.

No obstante, hay preocupación por las consecuencias de la guerra comercial. Tarifas, sanciones y tensiones geopolíticas podrían afectar tanto a fabricantes como a consumidores. Incluso TSMC ha expresado reservas sobre los posibles impactos a largo plazo de las políticas estadounidenses.

La carrera por el dominio tecnológico entre China y EE.UU. sigue acelerándose. Uno impone barreras, el otro construye alternativas. ¿Quién ganará esta nueva guerra fría tecnológica?