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La escasez de memoria hará que el PC gaming de 2025 cueste mucho más

por ytools
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El mercado de PCs se prepara para otro susto de precios, y esta vez el culpable no es solo la GPU de turno, sino la memoria. Los grandes fabricantes de portátiles y sobremesas llevan meses avisando internamente: la DRAM escasea, los nuevos contratos son mucho más caros y el usuario se ha acostumbrado a las ofertas eternas.
La escasez de memoria hará que el PC gaming de 2025 cueste mucho más
Cada vez más voces de la cadena de suministro coinciden en lo mismo: en 2025 veremos una subida media de alrededor del 20% en muchos equipos gaming y de gama alta, impulsada sobre todo por el coste de la memoria.

Desde fuera puede parecer exagerado. Uno abre una tienda online y todavía encuentra portátiles con precios «normales». ¿Dónde está entonces la supuesta crisis? La clave está en el almacén. Durante 2023 y principios de 2024, los OEM se hincharon a comprar DDR5, SSDs y CPUs cuando los precios tocaron fondo. Esos lotes baratos han servido de colchón para mantener las tarifas a raya. Pero los pallets se acaban, y cuando las últimas cajas de RAM “barata” desaparecen del inventario, ya no hay truco contable que salve las cuentas.

En tiempos tranquilos, los fabricantes exprimen céntimo a céntimo la lista de materiales: un disipador un poco más sencillo, menos cobre en la placa, un chasis algo más básico. Ahora la realidad es otra: sube el precio de las CPUs, suben las baterías, suben los SSD… y la DRAM se dispara por encima de todos. Si el coste base de un portátil o de una placa se incrementa de golpe en varias decenas de dólares, recortar detalles estéticos ya no compensa. Desde Asia llegan informes de modelos que prácticamente se venden a coste, solo para evitar que el público huya al ver un salto brusco de precio.

La IA se está comiendo la memoria del PC

El origen de todo está en cómo han cambiado las prioridades de los fabricantes de memoria. Gigantes como Samsung y SK hynix han redirigido sus líneas más avanzadas hacia donde está el dinero fácil: HBM apilada para GPUs de centro de datos, LPDDR ultrarrápida para aceleradores de IA y móviles premium. Los módulos DDR5 de sobremesa y los SO-DIMM para portátiles “normales” han bajado varios puestos en esa lista de prioridades.

¿Qué implica eso? Que, si una marca quiere tener garantizado un buen volumen de DRAM para sus portátiles gaming o sus torres preensambladas, debe firmar contratos bastante más caros que hace un año. Y los fabricantes de chips ya ni se molestan en disimularlo: la palabra mágica es «rentabilidad». Mientras el hardware de IA deje márgenes de escándalo, el PC de consumo no será precisamente el cliente mimado.

La reacción de la comunidad no se ha hecho esperar. En foros y redes sociales se habla sin pelos en la lengua de “cártel de la RAM”, se rescatan viejos casos de sanciones por pactar precios y se mira con lupa cada subida. Cuando ves oferta limitada, un discurso oficial de “demanda explosiva por IA” y tarifas al alza trimestre tras trimestre, es difícil no sentir que alguien se está aprovechando. A eso se suman rumores de acuerdos a varios años vista entre grandes empresas de IA y los fabricantes de DRAM y HBM, reservas masivas de obleas que dejan a todos los demás peleando por las sobras.

Geopolítica, sanciones y el miedo a producir de más

Por si fuera poco, la política internacional también mete la cuchara. Proveedores chinos como CXMT empiezan a presumir de DDR5 y LPDDR5X competitivas, al menos sobre el papel. Pero las restricciones de Estados Unidos y sus aliados hacen prácticamente imposible que las grandes marcas occidentales adopten esa memoria sin meterse en un lío regulatorio. Sobre el folio existen alternativas; en la práctica, para muchos OEM la lista real de proveedores sigue siendo corta.

Al mismo tiempo, los fabricantes de Corea y Taiwán no olvidan lo que supone pasarse de frenada: aumentar la producción a lo bestia, ver cómo la demanda flojea y acabar con años de precios por los suelos. Ese trauma sigue muy presente. Por eso ahora prefieren crecer poco a poco, aunque eso implique varios trimestres de escasez y precios altos. Mejor mercado tenso y rentable que otro ciclo de hundimiento de márgenes. El problema, claro, es que para el usuario esto se traduce en un período mucho más largo de memoria cara y difícil de conseguir.

Nuevas generaciones de hardware atadas a DDR5 cara

La tormenta perfecta llega con el cambio de generación. La próxima hornada de portátiles basada en Intel Panther Lake y en las APUs Gorgon Point de AMD, igual que los futuros procesadores de sobremesa tipo Zen 6 y las nuevas familias de Intel, se diseñan desde el minuto uno pensando en DDR5 rápida y LPDDR5X de alta frecuencia. Para el rendimiento y la eficiencia es una buena noticia, porque la CPU respira mejor y la iGPU gana aire. Para el bolsillo, no tanto: 16 o 32 GB de memoria rápida como mínimo en casi cualquier portátil gaming convierten el ticket de entrada en algo mucho más elevado.

Las épocas en las que los fabricantes tiraban de stock barato de DDR5 se están terminando. Eso significa que los portátiles gaming de ASUS, Acer, Lenovo y compañía que ofrezcan la misma categoría de rendimiento que un modelo de 2024 probablemente costarán bastante más. Y si a esa ecuación le sumamos la tendencia alcista en GPUs de nueva generación, montar un PC gaming desde cero puede terminar saliendo cientos de euros más caro que hace uno o dos años, aun comprando en oferta.

PC por piezas, consolas y el salvavidas de la segunda mano

Para muchos entusiastas, todo esto se siente como el final de una pequeña edad dorada. Durante años fue posible montar un equipo compacto o una torre silenciosa con muy buen rendimiento sin destrozar el presupuesto. Ahora, la lista de deseos y la realidad del banco empiezan a ir por caminos distintos. En hilos de comentarios abundan las confesiones del tipo «menos mal que compré 32 GB de DDR5 y una GPU decente el verano pasado», mientras otros presumen de haber vendido su RAM “lenta” casi al precio original gracias a la escasez actual.

Como respuesta, el mercado de segunda mano vive un boom. PCs de oficina que van al reciclaje, servidores que se renuevan, lotes de hardware corporativo… todo eso acaba en portales de compraventa y grupos de Telegram. Ahí todavía se encuentran kits de memoria y tarjetas gráficas a precios mucho más digeribles que en tienda. Sí, el riesgo es mayor y la garantía más corta, pero para una parte cada vez más amplia de usuarios es el único camino para actualizar sin hipotecar las próximas vacaciones.

No extraña que muchos jugadores empiecen a mirar con otros ojos a las consolas. Si el coste de saltar a una plataforma tipo Zen 6 con DDR5 de 7000 MHz se acerca o supera el de una consola de nueva generación con varios juegos incluidos, el sofá gana puntos. Eso sí, tampoco ahí hay inmunidad total: las consolas también dependen de la misma DRAM, solo que los ajustes de coste suelen esconderse mejor y repartirse a lo largo del ciclo de vida.

Codicia postpandemia y la sombra de una nueva burbuja

Hay además un componente claramente psicológico. La pandemia regaló a muchas empresas de hardware márgenes históricos, y pocos directivos están deseando volver a la “normalidad” de antes. Mientras la narrativa del «boom de la IA» y las «limitaciones de capacidad» sirva para justificar precios altos, la presión interna será mantener la aguja de la rentabilidad lo más arriba posible. En los debates online abundan las comparaciones con otras épocas de euforia: la burbuja de las puntocom, la fiebre del crédito subprime, la locura del minado de criptomonedas. Mucho dinero circulando entre pocos actores, y al final el usuario de a pie comiéndose las migas.

Para la comunidad de PC, el mensaje implícito suena así: primero van los centros de datos, luego los grandes contratos de IA y, si sobra algo, ya veremos los gamers. De ahí que cuajen tan bien los memes sobre el “cártel de la RAM”, los chistes sobre la “religión de la IA” y los GIFs de jugadores recibiendo un mazazo de precios en la cara. Resumen a la perfección esa sensación de que el mercado se ha olvidado de quien, durante años, sostuvo las ventas de hardware entusiasta.

Qué puedes esperar de tu próximo upgrade

Si bajamos todo esto a la práctica, el panorama es claro: quien quiera montar o renovar a fondo un PC potente en 2025 debe prepararse para pagar más. Un incremento en torno al 20% en el precio de muchos equipos nuevos no suena descabellado viendo la escalada de la DDR5, las previsibles subidas en GPUs y el hecho de que los OEM ya no están dispuestos a subvencionar al usuario a costa de su margen.

Si tu plan era «esperar un poco más a que bajen los precios», quizá toque ajustar expectativas. Puede que tenga más sentido optar por menos capacidad de RAM pero de calidad, bajar un escalón en la gama de la GPU o abrazar sin complejo el mercado de ocasión. La crisis actual de memoria es un recordatorio bastante claro de algo que a veces olvidamos: el PC gaming está atado, queramos o no, a las reglas de la economía del silicio. Y ahora mismo, quienes escriben esas reglas se llaman centros de datos de IA, no jugadores de PC.

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