Los algoritmos de Instagram podrían reforzar inseguridades corporales en los jóvenes, advierte Meta

Para muchos, Instagram es una red social divertida y creativa, llena de fotos, filtros y momentos compartidos.

Sin embargo, detrás de esa apariencia inofensiva se esconde una maquinaria de algoritmos que puede afectar profundamente la salud mental de los adolescentes. Un nuevo estudio interno de Meta revela que los jóvenes que se sienten inseguros con su cuerpo son expuestos a contenido que refuerza esas inseguridades con una frecuencia alarmante.

Según informó Reuters, la investigación se llevó a cabo durante el año escolar 2023–2024 con más de mil adolescentes. Los investigadores preguntaron con qué frecuencia el uso de Instagram los hacía sentir mal con su cuerpo y, durante tres meses, analizaron el tipo de publicaciones que veían. El resultado fue preocupante: los adolescentes que expresaron insatisfacción corporal vieron contenido relacionado con trastornos alimenticios tres veces más que los demás usuarios.

El estudio reveló que estos jóvenes estaban más expuestos a publicaciones que promovían dietas extremas, comparaciones físicas o ideales de belleza poco realistas. Además, Meta clasificó el 27% del contenido que consumieron estos usuarios como “maduro” o “potencialmente dañino”, frente al 13,6% de aquellos que no reportaron sentirse mal con su cuerpo. Aunque la compañía aclaró que no hay una relación causal directa, el patrón es claro: el algoritmo amplifica las inseguridades de quienes ya son vulnerables.

Los mecanismos de detección actuales de Meta lograron identificar solo una pequeña fracción del material sensible. Psicólogos y pediatras que revisaron el estudio calificaron su metodología como sólida pero alertaron sobre sus conclusiones. Según los expertos, los adolescentes emocionalmente frágiles están siendo expuestos de manera desproporcionada a contenido que puede dañar su autoestima y generar trastornos.

Esta no es la primera vez que Meta enfrenta críticas por este motivo. Investigaciones previas ya habían sugerido que el contenido centrado en la apariencia puede empeorar la salud mental de los adolescentes, especialmente de las chicas. En respuesta, la empresa prometió reforzar las medidas de seguridad, limitar el acceso a ciertos temas y ofrecer nuevas herramientas de control parental. Sin embargo, el problema parece estar en el corazón del sistema: los algoritmos no priorizan el bienestar, sino la retención del usuario.

Las redes sociales están diseñadas para mantenernos enganchados, mostrando más de lo que capta nuestra atención. Pero cuando el interés de un adolescente está vinculado a su inseguridad, el sistema termina potenciando el daño. Lo que comienza como una búsqueda inocente de inspiración se convierte en una espiral de comparación, frustración y ansiedad. Cuanto más interactúa un usuario con este tipo de contenido, más lo alimenta el algoritmo, creando un círculo vicioso difícil de romper.

Expertos en salud mental insisten en que no basta con bloquear o eliminar contenido peligroso. Se necesita un rediseño profundo del sistema de recomendación, uno que entienda las emociones humanas y no solo mida el tiempo de pantalla o los clics. Hasta entonces, Instagram seguirá siendo un espacio ambiguo: una fuente de creatividad y conexión, pero también un espejo que refleja, y a veces distorsiona, las inseguridades de toda una generación.

La lección de la investigación de Meta es clara: personalizar la experiencia digital sin cuidar la salud mental puede convertir la diversión en una amenaza silenciosa. Y mientras las empresas tecnológicas buscan ese equilibrio, miles de jóvenes siguen atrapados entre la necesidad de pertenecer y el miedo a no encajar.