El programa de recompensas de Microsoft vuelve a estar en el centro de la polémica, y esta vez la comunidad de Xbox no se ha quedado callada. Desde el 1 de octubre los puntos de Microsoft Rewards ya no pueden canjearse directamente por una suscripción a Xbox Game Pass. Ahora los jugadores deben convertir primero esos puntos en tarjetas de regalo de Xbox y luego usarlas para pagar el servicio.
Lo que parece un simple cambio técnico ha sido interpretado por muchos como el final de una etapa en la que se podía mantener Game Pass casi gratis durante años.
Durante mucho tiempo, Rewards fue visto como un auténtico tesoro escondido dentro del ecosistema Xbox. Completando búsquedas, retos diarios y trivias, se podían acumular suficientes puntos para renovar Game Pass Ultimate una y otra vez sin gastar casi nada. Algunos presumían de no haber pagado jamás el precio completo desde la famosa promoción inicial de 1€. Con la nueva mecánica, los puntos necesarios para cubrir un mes de servicio aumentan y, además, se añade un paso extra que hace todo más engorroso. No sorprende que los usuarios hablen de un programa cada vez menos atractivo.
Las reacciones en redes sociales fueron inmediatas. Memes, bromas y el clásico gif de Lando en El Imperio Contraataca diciendo “Este trato empeora cada vez más” se viralizaron. Un jugador mostró orgulloso que tenía su suscripción cubierta hasta 2025 gracias al Rewards y la oferta de 1€. Otro reconoció resignado: “Se acabó mi racha de Game Pass barato, estuvo bien mientras duró”. Algunos lo ven como la señal definitiva de que Microsoft quiere acabar con la estrategia de pérdidas para que el Game Pass se sostenga con suscriptores que paguen el precio real. Otros recordaron que Sony ya cerró su programa PS Stars y Nintendo recortó sus monedas doradas: ahora le toca a Xbox sumarse a la tendencia.
Conviene aclarar que Microsoft Rewards no desaparece. Los puntos aún sirven para tarjetas de regalo, compras de hardware o donaciones. Pero la conexión directa con Game Pass, el motivo principal por el que tanta gente hacía las tareas diarias, se rompe. Y sin esa ventaja, para muchos la motivación se desvanece.
El momento elegido tampoco ayuda. Este mismo año Microsoft ya subió los precios de las consolas Series S y X en algunos mercados, e incluso intentó establecer 80€ como el precio estándar de sus juegos first party, antes de retractarse por las críticas. A esto se suman despidos masivos, el cierre del estudio The Initiative y la cancelación de proyectos como Perfect Dark y Everwild. La comunidad interpreta todo este conjunto de decisiones como una estrategia para mejorar márgenes de beneficio aunque signifique perder la simpatía de los jugadores.
El futuro del Game Pass se pondrá a prueba. Sin el colchón de Rewards, habrá que ver cuántos suscriptores están dispuestos a pagar precio completo. Para algunos vale la pena: cientos de juegos disponibles bajo demanda justifican el coste. Para otros, la magia terminó. Lo que está claro es que la era del Game Pass casi gratis llegó a su fin, y Microsoft tendrá que encontrar nuevas formas de convencer a su comunidad de seguir apostando por su servicio estrella.