En 2025, la Fondation Haute Horlogerie (FHH) celebra su 20.º aniversario y lo hace con una iniciativa que busca acercar el arte de la relojería a todos los apasionados del tiempo. La institución suiza, reconocida por haber fundado el mítico SIHH (actual Watches & Wonders), lanza la FHH Certification for Consumers, un programa de formación online pensado para coleccionistas, aficionados y curiosos que quieren entender qué hay detrás del movimiento de un reloj mecánico. 
Ahora, cualquiera puede convertirse en Watch Advisor sin necesidad de viajar a Ginebra ni trabajar en una manufactura.
Desde su creación en 2005, la FHH ha sido un referente cultural dentro del mundo relojero. Su misión es conservar, difundir y enseñar los valores de la relojería como forma de arte, técnica e historia viva. Durante dos décadas ha formado a profesionales de marcas y distribuidores a través de su división educativa, la FHH Academy. Pero este año, por primera vez, la organización amplía su alcance y abre las puertas de su conocimiento al público general a través de la plataforma FHH Boutique.
Además, la fundación celebrará en octubre de 2025 el FHH NYC Watch Summit, que incluirá el famoso FHH Forum, por primera vez fuera de Suiza. La cita tendrá lugar el 17 de octubre en Nueva York, en reconocimiento del creciente peso del mercado estadounidense en la industria. Este evento reunirá a expertos, coleccionistas, marcas y entusiastas para debatir sobre el futuro de la relojería, su relación con la tecnología y su papel cultural en el siglo XXI.
El nuevo programa de certificación cuenta con tres niveles: Watch Advisor, Watch Specialist y Watch Expert. El nivel inicial, Watch Advisor, consiste en una serie de diez videos titulados Watch Essentials Video Series, donde relojeros, historiadores y especialistas explican de manera clara los fundamentos de la relojería tradicional: historia, terminología, movimientos, complicaciones, tendencias y piezas icónicas. Al finalizar, los participantes pueden realizar un examen online para obtener su certificación oficial de la FHH.
La idea detrás de la certificación es sencilla pero poderosa: democratizar el conocimiento relojero. Durante mucho tiempo, comprender la mecánica y la historia de los relojes fue algo reservado a quienes trabajaban dentro de la industria. Ahora, cualquier persona puede aprender por qué un tourbillon es tan especial o cómo distinguir un reloj de cuarzo de uno automático, sin moverse de casa. Como comentó un aficionado en redes, “es una forma diferente de conectarse con el tema, más allá de comprar por comprar”.
Más que un título, el FHH Certification for Consumers representa una invitación a disfrutar de la relojería desde otro nivel. No se trata de presumir un certificado en una reunión, sino de adquirir un conocimiento que permite entender el valor real de una pieza, apreciar su precisión y reconocer el trabajo artesanal que hay detrás. Otro usuario lo expresó con humor: “¿Te imaginas sacar el diploma de Watch Advisor en medio de una conversación? Jajaja, no, pero al menos sabrías de lo que hablas”.
El programa también pone sobre la mesa un problema real del sector: la falta de preparación de muchos vendedores. Varios coleccionistas han contado anécdotas sobre empleados que confunden relojes de cuarzo con mecánicos o piensan que si no son solares, son automáticos. La iniciativa de la FHH podría servir como ejemplo de formación seria y mejorar los estándares de conocimiento en el comercio relojero.
Con motivo de su 20.º aniversario, la FHH ofrece un descuento del 20% para quienes se inscriban antes de que termine 2025. El paquete, que incluye el curso completo y el examen final, tiene un precio promocional de 550 dólares (en lugar de 780). Es una oportunidad única para quienes desean profundizar en la cultura relojera y transformar su afición en una verdadera comprensión del arte del tiempo.
Al final, más que una certificación, esta iniciativa es una celebración del saber y de la pasión. Porque entender la relojería es entender la historia, la técnica y la emoción que laten en cada tic-tac. Y eso, sin duda, es el lujo más auténtico que uno puede tener en la muñeca.