Samsung presume desde hace años de pantallas brillantes, cámaras sólidas y soporte de software ejemplar. Sin embargo, había una espinita clavada que sus usuarios no dejaban de recordar: la carga inalámbrica seguía anclada en 15 W. Con la familia Galaxy S26, todo apunta a un cambio de ciclo. Las filtraciones coinciden en dos movimientos clave: adoptar el estándar Qi 2.2 con alineación magnética integrada y subir la potencia de carga sin cables. 
El resultado no es solo un número mayor en la ficha técnica: es un ajuste real en la manera en que usamos el teléfono durante el día.
De 15 W a 25/20 W: el salto que se notará en minutos, no en teorías
Durante más de un lustro, los Galaxy topes de gama se quedaron en 15 W inalámbricos. Para una noche en la mesilla, suficiente; para un empujón de diez minutos antes de salir, desesperante. El Galaxy S26 Ultra estaría listo para dar el paso a 25 W bajo Qi 2.2, mientras que el Galaxy S26 y el S26 Plus escalarían a 20 W. Puede que no sea un récord, pero en el uso cotidiano la diferencia se siente: pasar del 20% al 50% mientras te pones los zapatos deja de ser un sueño y pasa a ser una rutina.
Qi 2.2 y imanes: menos prueba y error, menos calor, más consistencia
El estándar Qi 2.2 no va solo de potencia. Su gran carta es la alineación magnética: teléfono y base se atraen y las bobinas se colocan exactamente donde deben, sin el baile de “mueve un poquito hacia la derecha” que todos conocemos. Eso reduce pérdidas, genera menos calor y estabiliza la curva de carga. Y si el calor baja, la batería respira mejor y envejece con más calma.
Los rumores apuntan a imanes integrados en los tres modelos S26, una jugada que recuerda al ecosistema MagSafe de Apple. ¿Traducción al mundo real? Soportes de coche que sujetan y cargan sin vibraciones, baterías externas magnéticas que no se desalinean en la mochila, y bases de escritorio donde el teléfono cae siempre en el punto perfecto. Menos fricción, más hábito de “apoyar y listo”.
Competencia y contexto: menos fuegos artificiales, más estándar
Hay marcas chinas que anuncian 50 W o incluso más en carga inalámbrica. Suelen ser soluciones propietarias con bases específicas y condiciones muy concretas. La industria, sin embargo, va cerrando filas en torno a Qi 2.2: Apple ya ofrece 25 W magnéticos en iPhone 16 Pro y Google se ha subido a esa misma cifra con su último Pixel premium. Si Samsung se suma, el beneficio no es solo la velocidad, sino la compatibilidad, los precios más razonables en accesorios y una experiencia predecible entre marcas y modelos.
¿Y los plegables? La ecuación térmica manda
También suenan movimientos para acelerar la carga inalámbrica en la serie Galaxy Z. En un plegable, el margen térmico es más delicado: capas finas, menos superficie y una bisagra que condiciona el diseño. Subir vatios a lo bruto no es opción; por eso, empezar por la eficiencia que aporta la alineación magnética de Qi 2.2 parece el paso lógico antes de forzar la potencia.
El cable no muere: se habla de unos 60 W en el S26 Ultra
En paralelo, se comenta un aumento de la carga por cable hasta rondar los 60 W en el S26 Ultra. El verdadero valor aquí no es presumir de 0–100%, sino recortar el tiempo hasta el 80%: esa zona de confort que permite seguir con el día sin ansiedad. Con gestión térmica sensata y perfiles de carga inteligentes, se puede correr sin “tostar” la batería.
Más allá de la toma: diseño, pantalla, cámara y cerebro
El S26 Ultra no viviría solo de la batería. Se habla de un diseño con aristas más redondeadas, una pantalla más brillante y eficiente, y un nuevo sensor principal de cámara. Debajo, el Snapdragon 8 Elite Gen 5 en muchos mercados promete mejor rendimiento sostenido y un salto en aceleración de IA en el propio dispositivo. Y esto encaja con la historia de la carga: cuanto más tiramos de funciones de IA – remasterización de fotos, traducción en vivo, ayuda de escena – , más energía se consume y más importante es poder “tocar y cargar” rápido, frío y sin cables.
Impacto real: dónde notarás el cambio
- Menos cables, menos drama: los imanes quitan la lotería de la alineación y simplifican la noche en la mesilla.
- Top-ups que valen la pena: 10–15 minutos aportan más porcentaje que antes, suficiente para el trayecto o la próxima reunión.
- Batería más feliz: menos pérdidas y menos calor enlentecen la degradación a largo plazo.
- Accesorios sin sustos: carteras, soportes y power banks magnéticos que simplemente funcionan, sin “pero necesitas esta base concreta”.
- El cable para emergencias: en el día a día manda el pad; el cable queda como sprint final cuando vas con el tiempo justo.
Fechas, expectativas y cautela
Samsung suele presentar su serie S entre enero y febrero. Hasta que suba al escenario, los detalles pueden moverse: nombres, potencias, variantes por región. Aun así, el cuadro general es coherente: 25 W inalámbricos para el S26 Ultra, 20 W para S26 y S26 Plus, imanes con Qi 2.2 en toda la gama, rumores de 60 W por cable y mejoras en diseño, pantalla, cámara y plataforma.
Conclusión: el “básico” que pedían los usuarios
Si estos indicios se cumplen, la serie Galaxy S26 corrige por fin una de las quejas más antiguas de los fans de Samsung. No se trata de batir récords de laboratorio, sino de apostar por estándares abiertos, termodinámica sensata y un ecosistema de accesorios amplio y asequible. Ese tipo de avance cambia hábitos: el móvil se “aparca” solo en el soporte del escritorio, carga mientras respondes correos, se ancla estable en el coche y, si hace falta correr, el cable remata. No es humo de marketing; es un salto de calidad en la vida real.