El nuevo Pixel 10 de Google llega con polémica desde el primer día: la función Battery Health Assistance. Esta tecnología, que debutó en el Pixel 9a, ahora actúa mucho antes y comienza a limitar la carga después de apenas 200 ciclos completos. 
Lo más criticado es que no hay forma de desactivarla.
En la práctica significa que el teléfono reducirá la velocidad y el voltaje de carga mucho antes que la mayoría de los competidores. Si cargas el móvil una vez al día, alcanzarás los 200 ciclos en menos de un año. Y si lo cargas dos veces al día, el efecto se notará todavía más rápido.
Google aclara que no cuenta cada conexión al cargador, sino ciclos equivalentes. Es decir, dos cargas del 50% suman un ciclo. Además, el sistema evalúa varios factores: estado real de la batería (SoH), resistencia interna e historial de temperatura. Según la empresa, el algoritmo es adaptativo: si la batería sigue en buen estado después de 200 ciclos, las restricciones serán leves; si muestra desgaste prematuro, los límites llegarán antes.
Aun así, los usuarios critican la falta de opciones. Para comparar: los modelos de Samsung suelen soportar cerca de 2000 ciclos antes de bajar al 80% de capacidad. Muchos ven en la decisión de Google una limitación innecesaria. Probablemente la medida esté relacionada con los incidentes del Pixel 6a, que registró sobrecalentamientos e incluso incendios. Para evitar repetir el problema, Google prefiere recortar la autonomía, aunque sea a costa de la libertad del usuario.
Al final, los dueños del Pixel 10 tendrán que convivir con un sistema que prioriza la seguridad sobre el control. Falta ver si esto refuerza la confianza en la marca o simplemente aumenta la frustración.