El punto débil del nuevo chip Google Tensor G5: una promesa que se desinfla
Cuando Google presentó su nuevo procesador Tensor G5, muchos esperaban un salto tecnológico capaz de poner a los Pixel al nivel de los iPhone y los Galaxy más potentes. Pero con las primeras pruebas, la ilusión se convirtió en decepción. El chip se calienta rápido, reduce su rendimiento y deja claro que algo no va bien con la estrategia de diseño de Google. Detrás de los números bonitos y las palabras técnicas, hay una historia de decisiones parciales y dependencia externa.
Sobre el papel, el Tensor G5 parece una bestia. Su CPU tiene ocho núcleos: uno de alto rendimiento Cortex-X4 a 3,78 GHz, cinco Cortex-A725 de rendimiento medio a 3,05 GHz y dos Cortex-A520 de eficiencia energética a 2,25 GHz. Está fabricado con el proceso de 3 nanómetros de TSMC, lo que debería ofrecer más potencia con menos consumo. Añade una TPU de quinta generación para tareas de inteligencia artificial, un módem 5G de Samsung y una GPU Imagination IMG DXT-48-1536 con frecuencia de 1,10 GHz, comparable con las Adreno 740 o Mali G715 MP7. Sin embargo, sin soporte de ray tracing y con un control térmico deficiente, la potencia bruta se desvanece rápidamente.
El problema principal es el sobrecalentamiento. Usuarios y testers reportan que el Tensor G5 alcanza altas temperaturas incluso en tareas moderadas, reduciendo su rendimiento en pocos minutos. Lo más preocupante es que esto ocurre también durante la emulación de PlayStation 2, donde la carga recae en la CPU, no en la GPU. Esto demuestra que el problema no es solo gráfico, sino estructural.
Mientras Qualcomm desarrolla sus propios núcleos Oryon para el Snapdragon 8 Elite Gen 5 – capaces de llegar a 4,6 GHz con una gestión térmica y de caché optimizada – , Google sigue dependiendo de núcleos ARM genéricos. La diferencia es clara: Qualcomm diseña cada parte del sistema para que funcione como un conjunto afinado, mientras Google mezcla componentes «prefabricados» y confía en que encajen. El resultado es un chip funcional, pero sin la cohesión que distingue a los grandes.
La GPU es otro punto débil. Aunque el trabajo con Imagination fue estrecho, la empresa británica mantiene el control total sobre los drivers y las actualizaciones. Eso limita la capacidad de Google para optimizar el rendimiento o solucionar errores a nivel profundo. El resultado: el Tensor G5 brilla en tareas de IA gracias a su TPU, pero se queda atrás en juegos y procesamiento gráfico intensivo. Es como tener un motor potente en un chasis mal ajustado.
El Tensor G5 no es un desastre, pero tampoco es el avance que Google prometió. Es un chip que muestra buenas ideas, empañadas por una ejecución a medias. Mientras Google siga priorizando el ahorro y la colaboración con terceros sobre la creación de una arquitectura totalmente propia, sus chips seguirán un paso detrás de Apple y Qualcomm. El Tensor G5 demuestra que en el mundo del silicio, la verdadera innovación no se compra: se construye desde dentro.
1 comentario
Ahora entiendo por qué los emuladores van tan lentos