El actor canadiense Graham Greene, dueño de una presencia inconfundible y una carrera que abarcó más de cuatro décadas, falleció a los 73 años en Stratford, Ontario, por causas naturales. Su muerte marca el adiós a una de las voces y rostros más reconocibles del cine y la televisión de las últimas décadas.
Greene alcanzó fama internacional en 1990 con su papel del chamán lakota Kicking Bird en la película Danza con Lobos de Kevin Costner, que le valió una nominación al Oscar como Mejor Actor de Reparto.
Ese reconocimiento abrió las puertas de Hollywood y lo convirtió en uno de los pocos actores indígenas en llegar al gran público en aquella época.
Durante los años noventa demostró su versatilidad con papeles en Thunderheart (1992), la comedia de vaqueros Maverick (1994) junto a Mel Gibson, y el éxito de acción Duro de Matar: La Venganza (1995), donde interpretó al detective Joe Lambert al lado de Bruce Willis y Samuel L. Jackson. En 1999 conmovió en Milagros Inesperados (The Green Mile) como Arlen Bitterbuck y en 2009 apareció en La Saga Crepúsculo: Luna Nueva como Harry Clearwater.
En televisión también dejó huella. Participó en Tulsa King junto a Sylvester Stallone, en la serie de Marvel Echo, y en la aclamada Reservation Dogs, considerada una obra clave en la representación de comunidades indígenas en la pantalla. De manera póstuma, se lo podrá ver en el filme Ice Fall con Joel Kinnaman.
Su talento llegó incluso al mundo de los videojuegos: en 2018 dio voz y movimiento al jefe Rains Fall en el aclamado Red Dead Redemption 2. Dan Houser, cofundador de Rockstar, calificó su interpretación de “brillante”, destacando cómo Greene transmitió la humanidad de un líder pacífico en un mundo violento.
Fuera de las cámaras, Greene fue reconocido con la Orden de Canadá. Su agente Michael Greene lo describió como un hombre de “moral, ética y carácter” y expresó que ahora se reúne con su antigua representante Susan Smith, fallecida en 2013. El actor deja a su esposa Hilary Blackmore y a su hija Lilly Lazare-Greene.
Para el público, Graham Greene fue mucho más que un secundario: era ese actor que al aparecer de repente daba solidez y emoción a cualquier escena. Su partida deja un vacío, pero su legado permanecerá vivo en cada película, serie y juego en los que dejó huella.