Intel despide a más de 2.500 empleados en Oregón y tambalean sus planes para liderar el mercado de chips

Intel atraviesa una de sus etapas más delicadas. La compañía anunció el despido de más de 2.500 trabajadores en su planta de Oregón, una cifra cinco veces mayor a la estimada inicialmente. La medida forma parte de una reestructuración interna que deja en evidencia los serios problemas de su división de fundición, pieza clave en su estrategia para recuperar protagonismo en la fabricación de chips en EE. UU.

La instalación de Hillsboro iba a ser la joya de la corona para producir chips con tecnologías de vanguardia como 18A y 14A. Sin embargo, el recorte masivo de personal ha generado dudas sobre el futuro de estas operaciones. Aunque Intel asegura que las líneas de producción no se verán afectadas por ahora, pocos creen en esa narrativa.

Pese a haber recibido miles de millones de dólares a través del CHIPS Act para impulsar la fabricación local de semiconductores, Intel ha perdido terreno frente a rivales como TSMC, que no ha parado de expandirse en suelo estadounidense. Intel, mientras tanto, parece atrapada en una crisis de dirección y estrategia.

El nuevo CEO, Lip-Bu Tan, ha generado controversia desde su llegada. Muchos lo acusan de priorizar recortes y números en vez de innovación y visión a largo plazo. Incluso hay quienes sugieren que está preparando a la empresa para vender activos clave, abriendo la puerta a adquisiciones por parte de gigantes como AMD, Broadcom o la propia TSMC.

Lo que antes era impensable -ver a Intel como una empresa vulnerable- hoy es una posibilidad real. Con la confianza del mercado debilitada y rumores de ventas circulando, el futuro de la otrora reina de los semiconductores pende de un hilo.