Intel, el otrora rey del mundo de los semiconductores, atraviesa uno de sus momentos más delicados. La agencia Fitch acaba de rebajar su calificación crediticia de largo plazo de BBB+ a BBB, quedando apenas dos escalones por encima del grado especulativo. Y lo peor: con una perspectiva negativa, lo que sugiere que nuevos recortes podrían venir.
Moody’s y S&P ya habían anticipado este rumbo en 2024.
Fitch advierte que, sin lanzamientos exitosos de productos y una reducción clara de su deuda en los próximos 12 a 24 meses, Intel podría perder su estatus de empresa de grado de inversión. Actualmente, su deuda alcanza un 5.0x del EBITDA, con proyecciones de apenas llegar a 2.5x en 2027.
La empresa ha tomado medidas drásticas: recortó 30,000 empleados entre 2023 y 2024 y planea despedir otro 15% de su plantilla. Además, cerrará fábricas en Alemania y Polonia. Sus gastos operativos caerán de 19.4 mil millones de dólares en 2024 a 16 mil millones en 2026. Aun así, el gasto en I+D sigue estancado.
Mientras tanto, la competencia no da tregua. AMD acaba de lograr un 40% de cuota de mercado en Steam, cuando en 2020 apenas tenía 23%. Intel, por su parte, cayó por debajo del 60%. Usuarios ya se quejan de los problemas persistentes con los chips Raptor Lake y la lentitud en innovación.
El CEO, Lip-Bu Tan, está apostando fuerte a los nodos 18A y 14A, además de las familias Panther Lake y Nova Lake. Pero sin clientes que adopten estos nuevos productos, no hay garantía de recuperación. Intel también venderá activos clave, como su participación en Mobileye, Altera y parte del negocio de memorias, para recaudar más de 7 mil millones de dólares. Una jugada más de supervivencia que de estrategia real.
Con despidos masivos, pérdida de terreno tecnológico y decisiones financieras al límite, Intel se juega su futuro. Si Nova Lake no resulta ser un salvavidas, podríamos estar viendo el principio del fin.
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AMD reventando con el 40% en Steam. Intel quedó dormido