¿Apple comete errores técnicos de verdad o se trata de una estrategia calculada para que cambiemos de iPhone cada año? Con la llegada del iPhone 17 esta discusión vuelve a estar en boca de todos. El modelo Pro estrena una cámara de vapor para enfriamiento, algo que en teoría resuelve un problema de sobrecalentamiento, pero que muchos interpretan como la clásica jugada de la compañía: dejar obsoletos a los modelos anteriores en tiempo récord.
El patrón se repite desde hace varias generaciones.
El iPhone 15 era un dispositivo potente, pero fue desbancado en cuestión de meses cuando Apple presentó Apple Intelligence. La empresa aseguró que solo los modelos Pro contaban con la memoria suficiente para ejecutar estas funciones de IA. Sin embargo, hackers demostraron pronto que también los modelos normales podían hacerlo tras un jailbreak. ¿Casualidad? Para la mayoría, no. El resultado fue claro: quien quisiera las nuevas funciones debía pasar por caja y comprar un modelo más caro.
Del iPhone 15 al iPhone 16
La transición de un año dejó a muchos con mal sabor de boca. Un iPhone 15 recién comprado se volvió “antiguo” de la noche a la mañana. El acceso a Apple Intelligence se convirtió en un muro que separaba a los usuarios según el modelo. De esta forma, la innovación dejó de ser un valor añadido y se transformó en una obligación de actualización. Incluso funciones incompletas parecían imprescindibles por el simple hecho de que no estaban disponibles en todos los equipos.
La paradoja es que Apple Intelligence, en la práctica, resultó decepcionante. Pocas herramientas útiles, errores constantes y un despliegue confuso. Pero el límite artificial impuesto por Apple consiguió lo que quería: impulsar las ventas de la nueva generación.
La llegada del iPhone 17
Con el iPhone 17 la historia se repite. Es cierto que hay avances reales: más memoria, pantallas ProMotion en toda la gama y la famosa cámara de vapor en el Pro. Y sí, los problemas de sobrecalentamiento llevaban tiempo molestando a los usuarios. Sin embargo, la coincidencia con la actualización de iOS 26 y el nuevo diseño Liquid Glass es demasiado sospechosa. Esa interfaz tan llamativa se ha convertido en un lastre para muchos dispositivos: más consumo, más calor y un rendimiento mucho más inestable.
Los iPhone 13 y anteriores sufren especialmente, con bloqueos y baterías drenadas. Incluso el iPhone 16 empieza a mostrar limitaciones. Y justo en ese momento aparece la “solución”: el iPhone 17 Pro, con un chip más potente y un sistema de refrigeración avanzado. Parece un guion escrito para generar frustración y vender la cura al año siguiente.
Un camino difícil para los fans de Apple
Los usuarios de Apple están acostumbrados a ciertos fallos en actualizaciones, pero últimamente la lista se hace más larga: inteligencia artificial poco pulida, decisiones de diseño discutibles, el fiasco de Liquid Glass… y ahora un nuevo modelo que hace sentir antiguos a los del año pasado. Claro, la llegada de los 120 Hz a toda la línea es un cambio muy positivo, y la versión Pro Max con refrigeración suena impresionante. Pero el trasfondo sigue siendo el mismo: los dispositivos previos quedan relegados antes de tiempo.
Los defensores de la compañía argumentan que el progreso no puede detenerse y que la tecnología envejece rápido. Es cierto. El problema es la velocidad con la que Apple empuja a los usuarios a dar el salto. Pocas empresas logran transformar tan bien la frustración en récords de ventas. Lo de Liquid Glass parece más una estrategia que un accidente.
El panorama completo
Todo esto también tiene un impacto ambiental. Apple presume de ser una empresa verde, pero este ciclo de renovación anual multiplica los residuos electrónicos. Teléfonos que podrían durar años se vuelven incómodos de usar en cuestión de meses. Y para los clientes, el mensaje es claro: si quieres seguir dentro del ecosistema, tienes que seguir gastando.
El iPhone 17 Pro trae mejoras tangibles, sí. Pero también es el ejemplo perfecto de cómo Apple convierte problemas propios en argumentos de venta. Tu iPhone 16 se calienta y va lento con iOS 26, ¿qué te queda? Comprar el nuevo. Al final, poco importa si es incompetencia o brillantez. El resultado es siempre el mismo: Apple gana y los usuarios pagan.
En Cupertino nada es casual. Apple ha perfeccionado el arte de la obsolescencia programada y solo queda decidir si lo ves como un error torpe o como un movimiento maestro de marketing.