El lanzamiento de la familia iPhone 17 – que incluye el modelo base, el ultradelgado iPhone 17 Air y los potentes iPhone 17 Pro y Pro Max – estaba destinado a ser el gran evento tecnológico del año. Sin embargo, la sensación que dejó fue tibia. No es que los dispositivos carezcan de potencia o calidad, sino que falta aquello que muchos usuarios llevan tiempo pidiendo: un iPhone plegable.
Hace años que circulan rumores sobre la entrada de Apple en el mercado de los foldables.
Samsung marcó la pauta con sus Galaxy Z Fold y Z Flip, mientras Google se sumó con el Pixel Fold. Apple, en cambio, sigue apostando por perfeccionar su formato clásico. Pero la paciencia de los usuarios parece agotarse. Según una encuesta reciente, el 3,3% de los dueños de iPhone esperan exclusivamente un modelo plegable, mientras que un 20,1% y un 10,2% considerarían mudarse a Samsung o Google respectivamente si Apple no se decide pronto. Más de un 30% de usuarios dispuestos a saltar de barco es un dato que debería preocupar a cualquier compañía.
Es cierto que las intenciones no siempre se traducen en acciones inmediatas. No significa que millones de personas cambien su iPhone mañana por un Galaxy Z Fold 7. La fuerza del ecosistema de Apple sigue reteniendo a muchos. Pero el contraste con el año pasado es llamativo: en la encuesta previa al iPhone 16, solo un 0,1% había declarado planes de cambiar de marca. Hoy la cifra es mucho mayor. Es una señal clara de que la lealtad absoluta que caracterizaba a la compañía empieza a resquebrajarse.
La keynote de septiembre no parece que vaya a revertir esta tendencia. No hay indicios de un teaser del iPhone Fold. Y cuanto más se demore, mayor será la decepción. Si llega 2026 y Apple aún no ha mostrado un modelo plegable mientras Samsung lanza los Galaxy Z Fold 8 y Z Flip 8, el punto de inflexión podría llegar más rápido de lo esperado.
Este es un riesgo real, porque la fidelidad siempre ha sido la carta ganadora de Apple. Mientras los fabricantes Android lidiaban con usuarios volátiles, Apple se beneficiaba de un público devoto. Pero hoy la gente quiere más que mejoras incrementales: busca nuevos formatos, experiencias distintas, innovación palpable. El iPhone 17 Air presume de tener solo 5,5 mm de grosor, pero su batería de 2800 mAh decepciona. El Galaxy S25 Edge, con 5,8 mm, ofrece 3900 mAh. Y si el próximo Galaxy S26 Edge alcanza 4200 mAh sin aumentar grosor, la comparación será devastadora.
Los pronósticos tampoco son tranquilizadores. Analistas esperan que el primer iPhone plegable, previsto para 2026, venda entre 8 y 10 millones de unidades. Una cifra fuerte, sí, pero menos impresionante si Samsung ya ha conseguido récords de ventas con los Fold 7 y Flip 7. En ese escenario, Apple aparecería como seguidora en vez de pionera.
El cambio más grande está en la narrativa. Apple convencía a sus fans de que esperar valía la pena porque sus productos llegaban pulidos al máximo. Ahora muchos piensan distinto: mejor un dispositivo funcional con fallas hoy, que una promesa perfecta dentro de años. Samsung y Google, con todos los defectos de Android, ya ofrecen foldables en el mercado. Y eso pesa más que la idea de perfección futura.
Claro que Apple sigue siendo fuerte. Su ecosistema integrado – iPhone, Mac, iPad, Apple Watch – no tiene rival. El iPhone 17 se venderá por millones y seguirá dominando en beneficios. Pero las grietas en la fidelidad ya están ahí. Y si el éxodo comienza, puede convertirse en avalancha. Samsung no oculta que quiere aprovechar esta oportunidad para recuperar el liderazgo global.
El mercado de smartphones ya no se define solo por especificaciones, sino por identidad. Samsung se posiciona como el audaz innovador. Google como el experto en inteligencia y software. Apple corre el riesgo de verse como demasiado conservadora. Cada ciclo sin un foldable refuerza esa percepción.
El iPhone 17 no es un fracaso. Es rápido, elegante y sólido dentro del ecosistema Apple. Pero también deja al descubierto la gran carencia: la falta de revolución. Y en un momento en que el público la exige, la ausencia puede convertirse en el mayor problema de la marca.
En los próximos años no ganará quien tenga el móvil más delgado ni la cámara con más megapíxeles, sino quien logre definir el próximo estándar. Hoy, ese símbolo son los plegables. Si Apple sigue ignorando la tendencia, puede perder el activo más valioso que la sostuvo durante décadas: la fidelidad casi inquebrantable de sus fans.