En resumen: tanto el iPhone Air como el Galaxy S25 Edge son rapidísimos.
El problema es que la corona depende de qué cifras quieras mostrar. Si miras con detalle, la historia no va solo de picos espectaculares, sino de medias, consistencia y de cuánto tiempo aguantan el nivel bajo presión.
Lo que dicen los primeros datos
El ultradelgado iPhone Air estrena el chip A19 Pro y en Geekbench los resultados iniciales coinciden con lo prometido: single-core entre 3.200 y 3.700 puntos, multi-core de 8.500 a casi 9.800. El Galaxy S25 Edge, con más tiempo en el mercado, enseña un rango mucho más disperso: single-core desde 1.500 hasta algo más de 3.200, multi-core de 6.500 a más de 10.100.
Si comparamos medias con récords, la película cambia. Mira esta tabla simplificada:
Dispositivo | Single-core (mejor) | Single-core (media) | Multi-core (mejor) | Multi-core (media) |
---|---|---|---|---|
iPhone Air | 3.736 | 3.642 | 9.737 | 9.496 |
Galaxy S25 Edge | 3.205 | 2.634 | 10.102 | 8.818 |
Si quieres presumir de récords, el Galaxy gana en multi-core. Si valoras la constancia, el iPhone Air lleva ventaja en las medias. Ambas lecturas son válidas: depende si prefieres el pico máximo o la estabilidad diaria.
Single-core vs multi-core
El single-core se nota en el uso cotidiano: abrir apps, navegar, animaciones de la interfaz. El multi-core brilla en tareas largas y pesadas: exportar vídeo, edición de fotos, juegos exigentes. El iPhone Air ofrece más suavidad en lo básico gracias a su ventaja en single-core. El Galaxy S25 Edge muestra músculo cuando puede disparar todos los núcleos a la vez.
Por qué hay tanta variación
Geekbench refleja pruebas de usuarios en condiciones muy distintas. Factores que influyen:
- Chasis delgado: menos espacio para disipar calor, más rápido llega el throttling.
- Temperatura ambiente: un escritorio frío ayuda, una superficie caliente resta puntos.
- Batería y energía: bajo nivel o modo ahorro reducen frecuencias.
- Procesos en segundo plano: apps sincronizando o actualizando consumen recursos.
- Firmware y planificador: cambios en el sistema alteran cómo se reparten las cargas.
El Galaxy S25 Edge enseña una dispersión mayor, quizá por gestión térmica agresiva. Con el iPhone Air en manos de miles de usuarios, veremos cifras igual de variadas.
El riesgo de escoger datos a conveniencia
Con un poco de cherry-picking se puede hacer ganador a cualquiera. Galaxy con el mejor multi-core, iPhone con las medias. Lo justo es mirar todo el cuadro y preguntarse: ¿cuál mantiene esa velocidad en sesiones largas?
Ahí entra la prueba de resistencia. Un benchmark corto da el techo, pero no cuenta cómo responde tras 15 minutos de exportar vídeo 4K o una hora de gaming. En móviles tan delgados, la refrigeración marca la diferencia real.
Uso real
En el día a día, los dos vuelan. El iPhone Air transmite rapidez constante, el Galaxy S25 Edge ofrece potencia bruta en ráfagas. Para creadores de contenido o gamers, lo importante es cuánto tiempo sostienen esa fuerza sin sobrecalentarse.
Más allá de los números
- Cámaras: dependen tanto del procesador de imagen y el software como de la CPU.
- Funciones de IA: transcripción, limpieza de fotos, efectos corren en aceleradores específicos.
- Ecosistema: AirDrop, Quick Share, integración con relojes y tablets pesan más que un 3 % de diferencia en un test.
- Soporte: años de actualizaciones y gestión de batería valen más a largo plazo que unos puntos extra.
Conclusión
No hay perdedor aquí. El iPhone Air gana en constancia y fluidez, el Galaxy S25 Edge en picos multi-core. La elección depende de lo que más valoras: estabilidad o potencia máxima. Lo único claro: ambos son tan rápidos que nadie se sentirá limitado en el uso real.