Jensen Huang, el carismático y siempre audaz CEO de NVIDIA, volvió a dar una de esas declaraciones que se quedan grabadas en la historia tecnológica. En una conversación reciente con Jim Cramer, de CNBC, Huang recordó con humor la larga rivalidad con Intel, una batalla que, según él, duró más de tres décadas.
“Intel dedicó 33 años de nuestras vidas a intentar matarnos”, dijo entre risas. “Pero nosotros no somos luchadores… somos amantes.”
La frase, mitad broma y mitad reflexión, resume una de las historias más intensas de la industria de los semiconductores. En los años 2000, Intel era el rey absoluto: controlaba el mercado de procesadores y marcaba el ritmo de la computación mundial. Mientras tanto, NVIDIA era una compañía mucho más pequeña, centrada en tarjetas gráficas, pero con una ambición enorme. Lo que empezó como competencia técnica terminó cambiando por completo el rumbo de la tecnología moderna. Las GPU de NVIDIA pasaron de ser simples aceleradoras gráficas a convertirse en el corazón de la inteligencia artificial, los centros de datos y el cómputo de alto rendimiento.
Durante la entrevista, Cramer recordó al mítico exdirector de Intel, Andy Grove, quien en su momento recibió la sugerencia de asociarse con una empresa “muy parecida a NVIDIA”. Sin embargo, fiel a su estilo agresivo, Grove prefirió mantener la competencia. Huang, lejos de resentirse, respondió con elegancia: “Ese era su estilo… pero tal vez fue lo que nos hizo más fuertes.”
Detrás de la ironía de Huang hay una historia real de resistencia. Durante años, Intel intentó frenar el crecimiento de NVIDIA mediante acuerdos de licencias y restricciones técnicas. Uno de los episodios más recordados fue la disputa por los chipsets compatibles con procesadores Intel, que terminó en una batalla legal. Finalmente, NVIDIA ganó. Aquel triunfo no fue solo jurídico: fue un símbolo de independencia y de cambio en el equilibrio del poder tecnológico.
Hoy, el panorama es completamente distinto. Intel, que alguna vez fue el gigante imbatible, ahora colabora con NVIDIA en proyectos conjuntos. Bajo la dirección de Lip-Bu Tan, ambas compañías sellaron un acuerdo que Huang define como “una victoria para todos”. NVIDIA desarrollará soluciones para inteligencia artificial y centros de datos que se integran con los procesadores x86 de Intel. Una alianza que, años atrás, habría sido impensable.
Para Intel, esta asociación es una lección de humildad. Para NVIDIA, la confirmación de que la perseverancia paga. La empresa que comenzó haciendo tarjetas gráficas para gamers hoy dicta el futuro del cómputo global. Y cada palabra de Jensen Huang tiene impacto inmediato en los mercados: cuando NVIDIA se mueve, toda la industria de chips tiembla.
¿Durará esta paz? Nadie lo sabe. Pero Jensen Huang parece disfrutar del giro poético del destino: el hombre que sobrevivió al intento de “aniquilación” de Intel ahora camina junto a ella. Con su clásica chaqueta de cuero y su sonrisa serena, demuestra que, en tecnología, no gana quien golpea más fuerte, sino quien piensa con más visión.