La historia de Megabonk camino a The Game Awards 2025 parece sacada de un hilo viral: un indie pequeño y ruidoso entra por la puerta grande, se marcha por decisión propia y, cuando todos pensaban que su aventura había terminado, vuelve a aparecer en otra categoría gracias al empuje de la comunidad. 
Para un survivors-like modesto, es un recorrido poco habitual que ya dice mucho del juego y de su creador.
Todo empezó cuando Megabonk fue anunciado como nominado a Best Debut Indie, compartiendo espacio con Blue Prince, Clair Obscur: Expedition 33, Despelote y Dispatch. Para cualquier estudio independiente, estar en esa lista es oro puro: visibilidad global, prestigio inmediato y la sensación de que tu primer gran proyecto ha logrado colarse en un escaparate dominado por gigantes.
Sin embargo, el propio desarrollador, conocido como Vedinad, levantó la mano pocos días después. Explicó que, técnicamente, Megabonk no es su debut real, ya que había publicado otros juegos bajo distintos nombres de estudio. Es decir, entrar en la categoría de estreno implicaba forzar la definición y, en la práctica, quitar espacio a equipos que sí están lanzando su primera obra.
En lugar de aprovechar el malentendido, Vedinad pidió públicamente que se retirara el juego de la categoría. Un gesto poco habitual en plena temporada de premios, cuando casi todo el mundo intenta colarse en cuantas más nominaciones mejor. Geoff Keighley, creador y presentador de The Game Awards, respondió rápido y confirmó en redes que Megabonk sería eliminado de Best Debut Indie. El cambio se reflejó en la web oficial y, por un momento, pareció que el viaje del juego terminaba ahí.
La sorpresa llegó cuando Megabonk reapareció en la categoría Players’ Voice. A diferencia de las categorías votadas por la crítica y jurados especializados, aquí decide exclusivamente el público, en tres rondas de votación que van reduciendo una lista inicial de 30 títulos. En ese listado, Megabonk se enfrenta a auténticos pesos pesados como Death Stranding 2, Clair Obscur: Expedition 33, Arc Raiders, Battlefield 6, Hades 2 y el omnipresente Fortnite. De golpe, el indie se convierte en el típico tapado que intenta colarse entre producciones multimillonarias.
El propio Vedinad reaccionó con humor y entusiasmo, celebrando que el juego estuviera “de vuelta” tras renunciar a la nominación inicial. Esta vez no hay letra pequeña ni debates sobre si cumple o no los requisitos: Players’ Voice va de algo mucho más simple, medir qué juegos han conectado lo suficiente como para que la gente se moleste en entrar a votar.
Como suele ocurrir cuando el fandom tiene voz directa, el listado no ha estado libre de polémicas. Hay jugadores que defienden que Dispatch merecía no solo más ruido mediático, sino también una presencia más fuerte en otras categorías. Al mismo tiempo, la ausencia de Wuchang: Fallen Feathers indigna a muchos, sobre todo al compararla con algunos títulos que muchos describen como relleno para completar los 30 puestos.
También se ha reabierto el debate sobre el propio género de Megabonk. Los survivors-like se apoyan en ataques automáticos, oleadas interminables de enemigos y una progresión de poder muy rápida, mientras el jugador se centra en esquivar, reposicionarse y elegir mejoras. Hay quien encuentra ese bucle tremendamente adictivo, pero otros lo ven como una experiencia en la que el juego “se juega solo”. Jugadores que ya rebotaron con Vampire Survivors tienden a mirar a Megabonk con escepticismo, como si fuera otra variante de lo mismo.
Entre los fans del género, sin embargo, Megabonk empieza a construir una reputación sólida. Se habla de una curva de progresión bien medida, de la sensación de hacerse cada vez más fuerte y de una variedad de builds suficiente para que las partidas no se sientan clonadas. La crítica más repetida apunta a la variedad de escenarios y niveles, que todavía podría crecer, pero la sensación general es que no estamos ante un simple cambio de skin de Vampire Survivors, sino ante una interpretación propia de la fórmula.
Al final, el caso Megabonk abre una pregunta interesante sobre qué representan hoy The Game Awards. Por un lado, siguen siendo un gran escaparate de anuncios, tráilers y campañas de marketing para los grandes nombres de la industria. Por otro, historias como la de un desarrollador que renuncia a una nominación por honestidad y vuelve más tarde gracias al apoyo directo del público recuerdan que, detrás de la puesta en escena, siguen habiendo personas, principios y decisiones que no se pueden guionizar.
Si Megabonk consigue avanzar en las rondas de Players’ Voice y se cuela en la fase final, se convertirá en un ejemplo de cómo respetar las reglas no impidió que un indie se hiciera hueco en el mayor escenario del año. Y aunque caiga antes, ya ha ganado algo crucial: una narrativa propia. Se habla de por qué salió de una categoría, por qué entró en otra, de qué juegos fueron ignorados y de si un survivors-like modesto merece compartir cartel con los gigantes de 2025. Para un proyecto de este tamaño, que el público debata sobre ti puede valer casi tanto como un trofeo físico.