Microsoft parece lista para cambiar las reglas del juego una vez más, y esta vez su apuesta por el futuro de Xbox podría ser la más ambiciosa – y cara – de su historia. Después de lanzar la consola portátil ROG Xbox Ally X con un precio de mil dólares, la compañía ha insinuado que su próxima generación de Xbox será “muy premium, de gama alta y cuidadosamente diseñada”. 
Las palabras de Sarah Bond, presidenta de Xbox, apuntan a una máquina que podría romper la frontera entre consola y PC, ofreciendo una experiencia híbrida que redefine lo que significa jugar en casa.
Microsoft ya confirmó que el sucesor de las Series X y S está en camino, con AMD nuevamente como socio tecnológico. La empresa promete “rendimiento de otro nivel, gráficos de vanguardia, jugabilidad revolucionaria y compatibilidad total” con toda la biblioteca actual de juegos de Xbox. Para los jugadores que han invertido años en su colección digital, esta compatibilidad es una buena noticia – aunque la verdadera incógnita sigue siendo el precio.
Y es ahí donde empiezan las dudas. Si el ejemplo del ROG Ally X sirve de referencia, el nuevo Xbox no será precisamente asequible. Bond evitó hablar de cifras, pero sí dejó claro que la nueva consola buscará unir lo mejor del mundo PC con la comodidad del ecosistema Xbox. Según rumores, el lanzamiento está previsto para 2027, y el nuevo sistema podría incluir soporte para tiendas de terceros como Steam o Epic Games Store, además de una integración aún más profunda con Windows.
Los fans, como era de esperar, están divididos. Algunos ven este movimiento como el paso natural hacia un futuro más flexible y conectado, donde los límites entre dispositivos desaparecen. Otros, en cambio, lo consideran una traición a la esencia de las consolas: ser simples, accesibles y centradas en los juegos exclusivos. Tras las recientes subidas de precio del Game Pass y de las Series X y S, muchos temen que la nueva consola ronde o incluso supere los mil dólares, algo que podría alejar a los jugadores más casuales.
Además, hay quienes sospechan que la verdadera estrategia de Microsoft es empujar a los usuarios hacia un modelo basado en suscripciones y juegos en la nube, donde el jugador ya no posee nada, sino que solo alquila el acceso. Es un cambio que podría beneficiar al negocio, pero que deja un sabor amargo a quienes crecieron comprando sus juegos en físico. Con Sony y Nintendo manteniendo un enfoque más tradicional, Xbox corre el riesgo de quedarse sola en esta apuesta por el hardware “ultrapremium”.
Sobre el papel, las promesas de rendimiento revolucionario y compatibilidad total suenan atractivas. Pero muchos recuerdan que la Series X también prometía eso y terminó sin grandes exclusivos que justificaran su potencia. Si el próximo Xbox quiere marcar una nueva era, tendrá que ofrecer más que especificaciones técnicas: necesita devolver la emoción que hizo grande a la marca. De lo contrario, podría convertirse en lo que muchos ya temen – un PC caro con un logo de Xbox en la tapa.