El actor británico Terence Stamp, una de las figuras más recordadas del cine de las últimas seis décadas, falleció a los 87 años. 
Nacido en 1938 en Stepney, Londres, dejó una carrera marcada por papeles icónicos y una voz inconfundible que acompañó a generaciones enteras.
Su debut en 1962 con Billy Budd lo catapultó de inmediato a la fama con una nominación al Óscar. En los años 60 se convirtió en un rostro del Londres vibrante de la época, trabajando con directores como Federico Fellini y Pier Paolo Pasolini y protagonizando películas como El Coleccionista y Lejos del mundanal ruido.
Su papel más legendario llegó en 1978, cuando interpretó al General Zod en Superman y después en Superman II. La frase “¡Arrodíllate ante Zod!” quedó grabada para siempre en la memoria de los fans. Décadas más tarde, regresó al universo de Krypton como la voz de Jor-El en la serie Smallville.
Stamp nunca se limitó a un solo registro. En Priscilla, la reina del desierto (1994) sorprendió como Bernadette, una drag queen elegante y entrañable, recibiendo aplausos de la crítica. A finales de los 90 brilló en The Limey, de Steven Soderbergh, como un criminal londinense que busca venganza en Estados Unidos. También participó en Wall Street, Young Guns, Yes Man, Planeta Rojo y La Mansión Encantada.
En 1999 apareció en Star Wars: Episodio I – La amenaza fantasma como el Canciller Supremo Valorum. Los gamers lo recuerdan igualmente por dar voz a personajes en The Elder Scrolls IV: Oblivion y Halo 3.
Fuera de los focos, era conocido por su carisma y sus anécdotas. Solía contar cómo estuvo a punto de ser James Bond, aunque nunca recibió la segunda llamada. Su último trabajo en cine fue Last Night in Soho (2021), de Edgar Wright, un cierre elegante y melancólico para una carrera irrepetible.
De Zod a Bernadette, de Londres a Hollywood, Terence Stamp será recordado como un actor versátil, valiente y eterno en la memoria del público.