En Estados Unidos ha surgido un fuerte debate sobre el acceso a los chips de inteligencia artificial. Legisladores proponen que NVIDIA y AMD estén obligadas a vender primero sus GPUs y aceleradores de IA en el mercado estadounidense antes de exportarlos al resto del mundo. La medida está incluida en la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2026 y se conoce como GAIN AI Act (Guaranteeing Access and Innovation for National Artificial Intelligence Act) de 2025.
El propósito oficial es que universidades, startups y pequeñas empresas del país no queden rezagadas y tengan acceso prioritario a la tecnología necesaria para competir en la carrera global de la IA.
El senador Jim Banks, impulsor de la enmienda, asegura que la demanda de chips de IA supera con creces la oferta, lo que ha generado cuellos de botella que retrasan proyectos y encarecen el acceso a la tecnología. Con el nuevo marco legal, compañías como NVIDIA y AMD tendrían que dar preferencia a clientes nacionales, limitando exportaciones mientras haya escasez en el mercado interno. En la práctica, se trata de blindar la infraestructura tecnológica de Estados Unidos frente a la presión internacional.
Aunque el texto apunta principalmente a los chips de alto rendimiento usados en centros de datos, expertos advierten que también podría terminar afectando a las tarjetas gráficas de consumo. Hoy en día las GPUs no son solo para videojuegos: son herramientas clave en investigación, diseño, producción de contenido e incluso minería de criptomonedas. Si se aplican restricciones, el impacto en el mercado global sería enorme, especialmente en países como China, donde la demanda de hardware de IA es altísima.
La respuesta de NVIDIA no se hizo esperar. La compañía niega que exista una “escasez real” de chips y acusa a los políticos de exagerar el problema. Según Jensen Huang, CEO de la firma, aprobar el GAIN AI Act pondría en riesgo las relaciones comerciales y podría reducir la influencia tecnológica de EE.UU. en el mundo. Para algunos analistas, esta estrategia recuerda a las restricciones de exportación impuestas a China, solo que ahora afectaría directamente a los consumidores estadounidenses.
Incluso se ha planteado la polémica idea de instalar un “interruptor de apagado” en los chips vendidos a China, de modo que puedan desactivarse a distancia. Esta propuesta refleja hasta qué punto Washington considera la IA un asunto de seguridad nacional. Pero críticos advierten que tales medidas solo encarecerán aún más las GPUs, alargarán las listas de espera y darán ventaja a competidores como Broadcom, Intel, Huawei o soluciones basadas en FPGA.
El mensaje es claro: Estados Unidos quiere asegurar el control de la industria de semiconductores y proteger su ventaja en la carrera de la inteligencia artificial. La gran incógnita es si el GAIN AI Act realmente beneficiará al consumidor común o si terminará complicando aún más un mercado ya saturado.