El mercado de tarjetas gráficas no deja de sorprender y ahora la noticia llega desde China: han aparecido versiones modificadas de la NVIDIA GeForce RTX 5090 con la descomunal cifra de 128 GB de memoria de video. No se trata de un producto oficial de NVIDIA, sino de creaciones de talleres que adaptan GPUs de consumo para el creciente mercado de la inteligencia artificial. 
El precio también es escandaloso: unos 13.200 dólares por unidad, más de seis veces el valor de una 5090 convencional.
Estos talleres comenzaron a proliferar durante el boom de la IA, cuando las GPUs profesionales se volvieron prohibitivas o directamente inaccesibles. Los técnicos optaron por un camino alternativo: desarmar tarjetas gaming de gama alta como la RTX 4090 o la RTX 5090, y reensamblarlas en placas personalizadas capaces de soportar memoria en ambos lados. De esa forma, una tarjeta que originalmente ofrece 32 GB de GDDR7 pasa a lucir un framebuffer de 128 GB.
El proceso va mucho más allá de soldar chips extra. Es necesario modificar BIOS y firmware, rediseñar los PCB para densidades mayores y adaptar la refrigeración, generalmente en formato blower para que puedan encajar en servidores. Para muchas startups o laboratorios de investigación, especialmente en regiones donde importar GPUs oficiales es imposible por sanciones o tarifas, estas modificaciones son la única manera de conseguir grandes cantidades de memoria a un precio relativamente más bajo.
La parte técnica despierta dudas: actualmente los módulos GDDR7 llegan como máximo a 24 Gb. Incluso con diseño de doble cara, la capacidad tope debería rondar los 96 GB. Sin embargo, las capturas que circulan muestran la tarjeta funcionando con el driver 550.144.03 y todos los 128 GB reconocidos. Esto sugiere o la existencia de módulos experimentales de 32 Gb, aún no lanzados oficialmente, o algún método poco ortodoxo de direccionamiento de memoria. Los detalles siguen siendo un misterio, pero lo cierto es que la tarjeta existe y funciona.
En cuanto al precio, la comparación es brutal. La RTX 5090 estándar cuesta oficialmente 1.999 dólares, aunque en tiendas suele rondar entre 2.500 y 3.000. La versión modificada de 128 GB alcanza los 13.200 dólares, unas 6,6 veces más. Para ponerlo en contexto, la RTX PRO 6000 Blackwell de NVIDIA, con 96 GB, tiene un precio de unos 10.000 dólares. La modificación china es un tercio más cara, pero también ofrece un tercio más de memoria. No tiene ningún sentido para videojuegos, pero para entrenar modelos de IA de gran escala puede ser un recurso clave.
Conviene remarcar que NVIDIA no aprueba ni respalda este tipo de productos. A diferencia de la serie PRO, que está validada para cargas críticas, estas RTX 5090 modificadas forman parte del llamado mercado gris. Aun así, la demanda crece, especialmente en Asia, donde la necesidad de hardware accesible para IA es enorme. El simple hecho de que entusiastas logren llevar una GPU de consumo tan lejos de su diseño original demuestra el hambre insaciable de VRAM que domina el 2025.
Entre los jugadores hay inquietud: se teme que modelos más pequeños con chips de 3 GB sean comprados en masa para desarmarlos y reutilizarlos en estas tarjetas. Al mismo tiempo, la debilidad de AMD con RDNA 4 dejó a NVIDIA prácticamente sola en la gama alta, consolidando este fenómeno. Así, las GeForce se han convertido, quieran o no, en la base de muchos aceleradores improvisados para IA.
Para gaming esto no cambia nada: ningún título actual necesita ni se acerca a 128 GB de VRAM. Pero la existencia de estas tarjetas muestra cómo se diluye la frontera entre hardware de consumo y profesional. La RTX 5090 de 128 GB ya no es una gráfica gamer, sino un acelerador no oficial de IA, nacido de la escasez, la inventiva y la feroz demanda global por memoria.
1 comentario
seguro que todas las placas con chips de 3gb van a desaparecer para alimentar a la IA jaja