NVIDIA sigue sin poder abrirse paso en el mercado chino de chips de IA. Aunque la administración Trump levantó las restricciones de exportación del H20, la compañía reportó ventas nulas en China durante el último trimestre. 
Lo único que infló las cifras fue una compra aislada de 650 millones de dólares por parte de un cliente extranjero, pero sin relación alguna con Pekín.
El problema ya no está en Washington, sino en China. Los reguladores locales investigan supuestas puertas traseras en los H20 que, según se rumorea, permitirían desactivar los chips de forma remota. Esa desconfianza ha servido de excusa para que los gigantes tecnológicos chinos apuesten por alternativas nacionales como Huawei y Cambricon, aunque todavía estén por detrás en potencia.
La situación es claramente política. Tras la decisión de Trump de convertir la IA en un asunto de seguridad nacional, el gobierno chino empezó a presionar a sus empresas para construir un ecosistema tecnológico totalmente doméstico. No es un cambio inmediato, pero ha bastado para congelar la presencia de NVIDIA en el país. Cálculos internos apuntan a que, si se desbloquearan las ventas, la empresa podría ingresar entre 2 y 5 mil millones de dólares, sin contar la próxima generación de GPUs Blackwell que ya está lista.
El tiempo, sin embargo, juega en contra de NVIDIA. Huawei está recortando distancias a gran velocidad, y la compañía arriesga no solo ingresos, sino también su liderazgo en un mercado valorado en decenas de miles de millones. El CEO Jensen Huang estaría incluso dispuesto a ceder parte de la facturación al gobierno de EE.UU. para poder entrar en China. Pero por ahora, el bloqueo continúa: Pekín desconfía de los chips estadounidenses y Washington no quiere soltar el control.