Si todavía juegas en Linux con una veterana NVIDIA GeForce GTX 970, 980 Ti, 1060 o similar, acaba de llegar una noticia que tarde o temprano tenía que aparecer: con la nueva rama de drivers 590, NVIDIA pone fin al soporte Game Ready completo para las series GeForce GTX 900 y GTX 10 en Linux. Estas gráficas, que fueron el corazón de muchísimos PCs gamer durante casi una década, pasan oficialmente a modo mantenimiento: seguirán recibiendo parches de seguridad y arreglos críticos, pero ya no estarán en primera fila cuando salgan juegos nuevos.
La decisión no es un giro brusco. 
En Windows, las arquitecturas Maxwell, Pascal e incluso algunos modelos Volta siguieron recibiendo drivers Game Ready hasta octubre de 2025, llegando casi siempre a la vez que los grandes lanzamientos. Ahora NVIDIA simplemente alinea la estrategia en Linux: las GTX 900 y GTX 10 dejan de ser parte del conjunto de GPUs que reciben optimizaciones específicas para cada gran estreno.
Driver 590 para Linux: quién se queda y quién se cae de la lista
El punto de inflexión es el driver beta 590.44.01 para Linux. Si uno revisa la lista oficial de GPUs soportadas de forma completa, la línea de salida ahora es la arquitectura Turing. En otras palabras, las GeForce RTX 20 y todas las generaciones posteriores, tanto en sobremesa como en portátiles, siguen disfrutando de Game Ready, perfiles afinados y mejoras de rendimiento pensadas para títulos actuales.
Lo llamativo es lo que ya no aparece. Las históricas familias GeForce GTX 900 y GTX 10 han desaparecido del tramo de GPUs con soporte Game Ready dentro de la rama 590. En la práctica, esto significa que Maxwell y Pascal quedan fuera del ciclo rápido de drivers centrados en nuevos juegos, aunque continúan dentro del canal de seguridad y estabilidad.
Curiosamente, muchos usuarios daban por hecho que el adiós llegaría con la rama 580. Pero NVIDIA estiró un poco la vida útil en Linux: hubo solo un driver de la serie 580 y, acto seguido, la compañía saltó a la 590. Fue una especie de prórroga silenciosa para los propietarios de GTX 900 y GTX 10; con 590 esa prórroga termina y el mensaje es inequívoco.
Qué cambia realmente para tu día a día en Linux
Si estás en Linux con una GTX 970, 980 Ti, 1060, 1070, 1080 o modelos cercanos, es importante entender qué implica esto y qué no. Tu PC no se va a romper mañana, y tu biblioteca de Steam no va a dejar de arrancar por arte de magia. Los drivers actuales seguirán funcionando, los juegos que ya tienes instalados seguirán siendo jugables y tus aplicaciones de trabajo continuarán haciendo su papel.
La diferencia se nota, sobre todo, mirando hacia adelante. Los drivers Game Ready son los que llegan justo a tiempo para grandes lanzamientos, nuevas versiones de motores como Unreal o Unity y actualizaciones importantes de Proton. Traen perfiles ajustados, correcciones para errores muy concretos y mejoras que a veces se traducen en unos cuantos FPS extra o en menos microcortes. Sin esos lanzamientos específicos, las gráficas más antiguas todavía pueden mover títulos nuevos, pero lo hacen sin ese pulido final que se reserva para las GPU modernas.
Con la rama 590, las arquitecturas Maxwell y Pascal pasan a un ritmo trimestral de actualizaciones centradas en parches de seguridad y estabilidad crítica. Son updates esenciales, porque cierran vulnerabilidades, arreglan cuelgues graves y mantienen el sistema menos expuesto. Lo que no suelen traer son grandes saltos de rendimiento, soporte especial para el juego de moda o nuevas funciones gráficas. Con el tiempo, esa diferencia se convierte en una brecha clara entre las viejas GTX y las RTX más recientes.
Un final de ciclo lógico para gráficas de casi diez años
Si miramos la situación desde la perspectiva del ciclo de vida de producto, la decisión de NVIDIA es bastante lógica. Las primeras GTX 900 basadas en Maxwell llegaron a mediados de la década pasada y las GTX 10 con Pascal se convirtieron rápidamente en las reinas de la relación precio rendimiento. Durante años, una GTX 1060 o una 1070 eran la recomendación fácil para montar un PC gamer.
Pero el soporte no puede ser infinito. Mantener activamente arquitecturas tan antiguas implica más código que mantener, más pruebas que hacer y más posibilidades de que algo se rompa. Hoy el foco de NVIDIA está claramente en Turing, Ampere, Ada Lovelace y la nueva serie RTX 50, donde viven tecnologías como el trazado de rayos en tiempo real, DLSS y las últimas versiones del codificador NVENC, además de mejoras serias en consumo y temperatura.
Las estadísticas también empujan en la misma dirección. En encuestas de hardware como las de Steam, las Maxwell y Pascal llevan tiempo perdiendo presencia, mientras que las RTX se convierten en el estándar incluso para equipos de gama media. Desde ese punto de vista, seguir fabricando drivers Game Ready para GPUs con una cuota cada vez menor tiene menos sentido.
¿Seguir con tu GTX o dar el salto a RTX?
Todo esto no significa que tengas que tirar tu GTX mañana a la basura. Si juegas principalmente a 1080p, no te obsesionas con los ajustes en ultra y tu catálogo se mueve entre indies, juegos competitivos ligeros y títulos de hace unos años, una buena GTX 970 o 1060 todavía puede dar guerra durante un tiempo. Mientras tus expectativas estén alineadas con lo que la gráfica ofrece, la pérdida de soporte Game Ready no es una tragedia.
Ahora bien, si te gusta probar cada lanzamiento el primer día, exprimir tu monitor de 144 Hz, jugar con las últimas versiones de Proton o experimentar con motores recientes, el mensaje de NVIDIA es bastante claro: el futuro empieza en Turing. En Linux, todas las GPUs desde la serie RTX 20 en adelante siguen dentro del círculo de soporte completo en la rama 590, incluyendo Ampere, Ada y las nuevas RTX 50.
La familia RTX 50 en particular se perfila como un destino natural de actualización. Muchos modelos se están viendo con precios más razonables de lo que solían marcar las generaciones anteriores en su lanzamiento, mientras que el coste de la memoria y otros componentes apunta a posibles subidas a medio plazo. Para quienes todavía aguantan con una GTX 900 o GTX 10, puede ser el momento ideal para planificar el salto y asegurarse varios años más de soporte fuerte.
Qué ganan los usuarios de Linux con una RTX moderna
Cambiar a una RTX en Linux no solo significa volver a recibir Game Ready. Abre la puerta a un conjunto de tecnologías que sencillamente no existen en Maxwell y Pascal. El trazado de rayos en hardware transforma luces, sombras y reflejos en los juegos compatibles. DLSS y otros sistemas de reescalado permiten subir FPS sin que la imagen se convierta en una masa borrosa, algo especialmente valioso si quieres jugar en 1440p o 4K.
Los NVENC modernos facilitan la vida a quien hace streaming o graba vídeos, porque descargan al procesador y mantienen una calidad bastante alta. Las mejoras en eficiencia y en refrigeración ayudan a que equipos potentes sean más silenciosos y compactos. Todo esto encaja con un ecosistema Linux cada vez más preparado para jugar: Proton madura, los ports nativos son más frecuentes y muchos desarrolladores ya prueban directamente en hardware RTX.
Conclusión: Maxwell y Pascal entran en modo veterano, pero siguen vivos
La rama 590 de los drivers de NVIDIA para Linux pone un punto y aparte en la historia de las GTX 900 y GTX 10: dejan de ser protagonistas de los Game Ready y pasan a ser veteranas con actualizaciones de seguridad. Seguirán funcionando, seguirán moviendo muchos juegos y seguirán siendo una opción válida para montones de usuarios, pero ya no marcarán el ritmo de la industria.
Para algunos, eso es más que suficiente: seguirán jugando a lo de siempre, instalando los parches trimestrales y exprimiendo hasta el último euro invertido en su GPU. Para otros, es la señal definitiva de que ha llegado la hora de planear seriamente el salto a una RTX y abrazar las tecnologías y el soporte que vienen con ella. En cualquier caso, NVIDIA ha dejado claro el rumbo: en Linux, el futuro del gaming se escribe a partir de Turing y de todas las generaciones que llegaron después.