Una nueva sacudida golpea al mundo tecnológico: Microsoft ha decidido ceder totalmente el control sobre el misterioso dispositivo que OpenAI está desarrollando junto al legendario diseñador de Apple, Jony Ive. El proyecto, que muchos ya apodan el “asesino del iPhone”, promete inaugurar una nueva era en la que la inteligencia artificial no solo viva en la nube, sino que se materialice en un gadget pensado para reemplazar al teléfono inteligente. 
Con esta decisión, OpenAI gana independencia total para dar forma a su visión del futuro digital.
Desde hace meses, se rumorea que OpenAI trabaja en un dispositivo físico que fusiona diseño, contexto y asistencia inteligente de forma natural. Esa visión tomó fuerza cuando en mayo de 2025 la empresa adquirió la firma de diseño de Ive, llamada io, por 6.400 millones de dólares. Ahora, con la revisión del acuerdo entre Microsoft y OpenAI, el panorama cambia por completo: el creador de ChatGPT podrá desarrollar hardware de consumo sin que Microsoft intervenga en las decisiones clave.
El nuevo contrato establece que el progreso de OpenAI hacia una inteligencia artificial general (AGI) será evaluado por un panel independiente de expertos. Microsoft mantendrá algunos derechos de propiedad intelectual y continuará recibiendo ingresos compartidos hasta que se confirme la existencia de una verdadera AGI. Sin embargo, lo más importante es que los derechos de Microsoft ya no incluyen el hardware de OpenAI. En otras palabras, el gigante de Redmond no tendrá poder alguno sobre los próximos dispositivos de la empresa, incluyendo el que Jony Ive está diseñando.
Aunque Microsoft seguirá proporcionando servicios de Azure por un valor de 250 mil millones de dólares, su rol será meramente técnico. Esto deja a OpenAI libre para colaborar con otros socios y fabricantes, abriendo la puerta a alianzas fuera del ecosistema Microsoft. En la práctica, el movimiento simboliza el comienzo de una etapa en la que OpenAI busca llevar la IA directamente al bolsillo de los usuarios.
Según filtraciones, el nuevo dispositivo será compacto, sin pantalla y con un diseño minimalista. No será un teléfono ni un reloj inteligente, sino un asistente personal que comprende su entorno gracias a cámaras, micrófonos y sensores, ejecutando gran parte de sus tareas localmente. Para operaciones más complejas recurrirá a la nube. La idea es ofrecer una experiencia sin distracciones, centrada en la interacción natural con la IA, algo muy alineado con la filosofía de Ive y con la misión de OpenAI de humanizar la tecnología.
Para acelerar el desarrollo, OpenAI ha fichado a unos veinte ex empleados de Apple, entre ellos Matt Theobald, experto en diseño industrial, y Cyrus Daniel Irani, líder en interfaces humanas. Este equipo de alto nivel deja claro que el proyecto va en serio. Si el dispositivo logra cumplir sus promesas, podría convertirse en la mayor revolución tecnológica desde el lanzamiento del primer iPhone – solo que esta vez, con Apple observando desde la barrera.
Mientras tanto, OpenAI mantiene el misterio sobre la fecha y los detalles del producto. Pero el mensaje es evidente: la era post-smartphone está más cerca de lo que parece, y esta vez no vendrá de Cupertino, sino de una IA con rostro y cuerpo propios.