OpenAI ha lanzado oficialmente ChatGPT‑5, su modelo de inteligencia artificial más avanzado hasta la fecha.
Con una supuesta inteligencia «a nivel de doctorado», GPT‑5 promete destacar en áreas como programación, matemáticas, derecho, ventas, ingeniería y análisis visual.
El modelo viene en cuatro versiones: nano, mini, standard y chat. Una de las grandes novedades es un sistema de enrutamiento en tiempo real que selecciona la mejor variante del modelo según el tipo de conversación. También se introduce el modo «GPT‑5 Thinking», que mejora el razonamiento en tareas complejas de varios pasos.
GPT‑5 ha logrado buenas puntuaciones en benchmarks como SWE-Bench y Aider Polyglot, superando a versiones anteriores en limpieza de código y depuración en situaciones reales. Además, puede encadenar múltiples herramientas e instrucciones sin perder el hilo, algo que OpenAI promociona como una mejora clave.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Varios usuarios reportan que GPT‑5 aún olvida reglas básicas durante el chat, y que los errores absurdos siguen presentes. Las famosas «alucinaciones» del modelo no han desaparecido del todo.
En cuanto a la generación de imágenes, no parece haber mejoras. Un usuario pidió un GIF animado de un mecanismo tourbillon, pero solo recibió una imagen fija con un círculo girando. Y eso que OpenAI ni siquiera mencionó mejoras visuales en el changelog.
La personalización también ha llegado: se pueden elegir personalidades como Cínico, Robot, Oyente o Nerd, cambiar el tema de colores, e integrar Gmail y Google Calendar. Los usuarios gratuitos tienen acceso limitado, mientras que los suscriptores Plus y Pro supuestamente acceden a versiones más avanzadas… aunque algunos siguen viendo GPT‑4o.
En resumen, GPT‑5 es un paso adelante, pero no el salto cuántico que muchos esperaban. Para muchos usuarios, sigue siendo una IA con el mismo corazón, pero con maquillaje nuevo.