OpenAI finalmente rompió el silencio ante la ola de fugas de talento, muchas de ellas hacia Meta.
En un memo interno, el director de investigación Mark Chen fue contundente: “Siento como si alguien hubiera entrado a nuestra casa y se hubiera llevado algo”.
La metáfora refleja la tensión interna que vive OpenAI ante las supuestas ofertas millonarias que Meta estaría lanzando para captar a sus mejores perfiles en inteligencia artificial. Se habla de bonos de hasta 100 millones de dólares, una cifra que puede parecer exagerada, pero que da cuenta del nivel de agresividad con el que Meta busca recuperar terreno en la carrera por el dominio de la IA. Su reciente inversión en Scale AI refuerza esa intención.
Pero el problema para OpenAI no viene solo de afuera. Puertas adentro, empleados reportan jornadas de hasta 80 horas semanales, alto nivel de estrés y frustración por el giro comercial de la empresa, que ha dejado atrás su espíritu de laboratorio de investigación abierto.
Como respuesta, la dirección de OpenAI ha iniciado una revisión de su política de compensaciones y busca formas más creativas de reconocer a su gente clave. También están abordando caso por caso cuando hay ofertas externas. Chen calificó las promesas de Meta como una “side quest”, dejando claro que la verdadera misión está en OpenAI.
Pero cuando se combinan burnout y cheques de siete cifras, mantener el compromiso no es tan fácil. Si OpenAI quiere seguir siendo un referente en IA, va a tener que ofrecer algo más que ideales: condiciones reales para que sus talentos quieran quedarse.
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