Por qué sigo usando mi Pixel 6 Pro en 2025: el viejo smartphone que se volvió más inteligente con los años
Cuando la gente se entera de que soy periodista tecnológico, casi siempre me preguntan cuál es mi teléfono principal. Muchos esperan escuchar algo como “el último iPhone” o “el Galaxy más caro”. Pero no: mi teléfono de uso diario sigue siendo un Google Pixel 6 Pro. Sí, ese mismo modelo que en su momento fue criticado por su módem inestable, el lector de huellas lento y una batería que no cumplía lo prometido. Sin embargo, el tiempo y las actualizaciones lo convirtieron en algo que pocos esperaban: un teléfono más maduro, estable y realmente inteligente.
Mi historia con los Pixel comenzó en 2017, con el Pixel 2 XL. En esa época Google se ganó una reputación por su fotografía computacional: imágenes con una calidad impresionante sin necesidad de sensores gigantes, solo gracias al poder del software. Además, tener un Pixel era sinónimo de recibir primero las nuevas versiones de Android. Era el teléfono ideal para los curiosos, para los que querían experimentar el futuro antes que los demás.
Cuando llegó el Pixel 6 Pro, las expectativas eran enormes. Tenía el primer procesador Tensor diseñado por Google, un nuevo diseño con personalidad y un sistema de cámaras espectacular. Pero también tenía problemas: el lector de huellas era desesperante, el módem hacía que las llamadas se cortaran, y el chip no competía bien con los de Qualcomm o Apple. Fue una mezcla de innovación y frustración.
Con el paso del tiempo, todo cambió. Google lanzó actualizaciones constantes, mejorando cada uno de esos puntos débiles. Hoy, el Pixel 6 Pro se siente como un teléfono nuevo. El sensor de huellas funciona rápido, la conexión es estable y la batería dura más. Además, Google extendió su soporte hasta Android 17, dándole una segunda vida a un modelo que muchos ya daban por muerto. Es uno de esos raros casos donde un teléfono Android mejora con los años en lugar de empeorar.
Mientras tanto, el nuevo Tensor G5 del Pixel 10 Pro XL, fabricado por TSMC con tecnología de 3 nanómetros, marca una evolución importante. Pero Google nunca ha querido competir en potencia bruta. Su enfoque está en la inteligencia, no en los números. Por eso, aunque el Tensor G5 no lidere los benchmarks, la experiencia que ofrece sigue siendo única. Y lo mismo aplica para el 6 Pro: puede ser más viejo, pero sigue siendo sorprendentemente capaz.
Un ejemplo perfecto de esa filosofía es Magic Cue, una función exclusiva del Pixel 10 que te asiste sin que tengas que pedírselo. Si llamas a una aerolínea, automáticamente aparece en pantalla tu número de reserva y las opciones relevantes. Es una ayuda proactiva, no reactiva. Al principio tuvo algunos fallos, pero ahora funciona tan bien que resulta difícil imaginar la vida sin ella.
Otros trucos de inteligencia artificial también marcan la diferencia: la opción de convertir fotos en pequeños videos de 8 segundos o editar imágenes simplemente diciendo lo que quieres cambiar, como “borra esa sombra” o “haz la foto más brillante”. Y lo mejor es que muchas de estas funciones están disponibles desde el Pixel 6 en adelante. Google sabe cómo mantener vivos sus dispositivos.
Otro cambio importante ha sido Gemini, el nuevo asistente que reemplaza al viejo Google Assistant. Para los que usamos el asistente todo el día, Gemini se siente mucho más humano. Entiende mejor las preguntas, responde con más detalle y puede mantener una conversación natural. Puedes pedirle desde alarmas hasta información compleja sin sentir que hablas con una máquina. Activarlo es sencillo: basta con abrir la app de Google, ir a los ajustes y elegir Gemini como asistente predeterminado. Después de probarlo, volver al anterior se siente como retroceder una década.
Eso sí, el Pixel no es perfecto para todos. Si eres gamer, hay opciones más potentes. Y si vives dentro del ecosistema de Apple, Gemini en iOS es útil, pero no sustituye a Siri. Aun así, si valoras la información, la productividad y la inteligencia real en tu dispositivo, el Pixel sigue siendo el mejor aliado.
Hace poco empecé a dejar de usar mi iPhone 15 Pro Max y volver al Pixel 6 Pro, y sinceramente, me siento más cómodo. El único punto débil sigue siendo la batería, pero un buen powerbank soluciona eso. En todo lo demás, este teléfono se mantiene firme, fluido y confiable.
Probablemente seguiré con mi Pixel 6 Pro hasta el final de su soporte oficial el próximo octubre, y luego me pasaré al Pixel 11 Pro XL. No porque necesite el más nuevo, sino porque Google ha demostrado que la inteligencia y el software importan más que el hardware. En una industria que se obsesiona con los megapíxeles y los gigahercios, el Pixel sigue apostando por lo que realmente cuenta: la experiencia.
Mi Pixel 6 Pro no es solo un teléfono; es una herramienta que creció conmigo. No es el más rápido ni el más moderno, pero es más sabio. Y a veces, la actualización más inteligente es darte cuenta de que lo que tienes ya es lo que necesitas.