Sony prepara el lanzamiento en Europa de una nueva revisión de la PlayStation 5 Digital Edition, y la noticia no ha caído bien entre los jugadores. El modelo CFI-2100, identificado meses atrás en documentos de certificación en Japón, llegará el 13 de septiembre de 2025 con un precio oficial de €499. A primera vista, nada cambia en el bolsillo, pero la modificación interna es clave: la consola reduce su SSD de 1 TB a 825 GB. 
Para una máquina totalmente digital, sin lector de discos, esta rebaja resulta difícil de justificar.
En la Digital Edition, el almacenamiento lo es todo. Cada título debe instalarse, desde los grandes lanzamientos exclusivos hasta los indies más pequeños. Con juegos que hoy en día superan fácilmente los 100 GB, esos 175 GB menos pesan bastante. Al final, el jugador paga lo mismo por menos espacio, lo que muchos interpretan como una subida encubierta de precio. La caja mostrará claramente el sello de 825 GB, pero lejos de tranquilizar, esto refuerza la sensación de que el consumidor recibe menos de lo prometido.
Lo curioso es que la revisión de la PS5 estándar mantendrá el SSD de 1 TB. La tijera golpea únicamente a la versión digital, lo que lleva a pensar que Sony aprovecha la dependencia total de estos usuarios del ecosistema de la PlayStation Store. Para críticos y fans, la jugada se parece más a una estrategia de explotación que a una simple optimización de costos.
El contexto empeora el malestar. Hace pocos meses, tanto Sony como Microsoft ya habían incrementado los precios globales de sus consolas, justificando la medida con la inflación y el aumento de costes de producción. Así, esta generación pasa a la historia como la primera en la que las consolas son más caras después del lanzamiento. Incluso compañías como Capcom han advertido que los altos precios del hardware frenan la venta de juegos. En ese escenario, la reducción del SSD no hace más que alimentar la frustración.
Las reacciones no tardaron: en foros y redes circulan apodos como “ShrinkStation” o “Milking Edition”. Para muchos, es un “golpe bajo” a los fieles, recordando que incluso 1 TB ya resultaba escaso con los juegos actuales. Algunos defienden la consola por sus exclusivos y por la comodidad de jugar en el sofá, pero admiten que este cambio decepciona. Da la impresión de que Sony va quitando cosas poco a poco: primero el lector, ahora espacio de almacenamiento. ¿Qué sigue?
En definitiva, esta revisión simboliza el choque entre las dificultades económicas de los fabricantes y las expectativas de los jugadores, que esperan mejoras y no recortes. El tiempo dirá si la comunidad termina aceptando este compromiso o si quedará como un error que afectará la imagen de Sony. Por ahora, los jugadores digitales deben conformarse con menos espacio por el mismo precio.