Pokémon Legends: Z-A vende 5,8 millones en una semana y se convierte en éxito del Switch 2

Pokémon Legends: Z-A acaba de confirmar que la saga Pokémon sigue siendo un fenómeno imparable. En su primera semana a la venta, el juego alcanzó los 5,8 millones de copias vendidas en todo el mundo, y casi la mitad corresponde a la nueva Nintendo Switch 2.

Es el primer título principal de la franquicia con combates en tiempo real, un cambio enorme que ha dividido a la comunidad pero también despertado entusiasmo.

Ambientado en Lumiose City, una urbe inspirada en París, el juego presenta una trama centrada en la convivencia entre humanos y Pokémon en plena transformación urbana. Esta mezcla entre modernidad y nostalgia ha sido muy bien recibida por la crítica: IGN le dio una nota de 8/10 y destacó que Game Freak “por fin encontró su ritmo con una historia sólida y un sistema de combate reinventado que funciona sorprendentemente bien”.

Aun así, el éxito no ha estado libre de polémica. Algunos fans se quejan de que el juego “parece un título de PS2 en HD”, acusando a la compañía de confiar demasiado en el nombre Pokémon. Otros defienden que no todo es la calidad gráfica: “Pokémon nunca fue sobre realismo, sino sobre diversión y aventura”, escribió un jugador. Para muchos, la magia de atrapar criaturas y explorar nuevos mundos sigue siendo el corazón de la experiencia.

Algunos jugadores mencionan que Lumiose City se siente vacía, sin coches ni vida urbana, mientras que otros celebran su fluidez técnica en la Switch 2. La experiencia es más estable que en entregas anteriores, y los combates en tiempo real aportan una energía nueva a la franquicia. Pese a las críticas, millones de personas siguen disfrutando del juego, demostrando que Pokémon aún tiene ese encanto que trasciende generaciones.

En definitiva, Pokémon Legends: Z-A no solo ha roto récords de ventas, sino que también ha reavivado el eterno debate entre gráficos y jugabilidad. Y quizá ahí esté su verdadera fuerza: en recordarnos por qué amamos Pokémon, no por cómo se ve, sino por cómo nos hace sentir.